¿Puede Lucifer jugar fútbol?


¿PUEDE LUCIFER JUGAR FÚTBOL?
(Reflexiones sobre la abolición del Ascenso MX) 
José M. Sánchez  


La selección de fútbol femenil de E.U. acaba de perder hace pocos días una demanda que interpuso para reclamar mejores condiciones laborales. Mientras que sus logros deportivos superan a los del representativo varonil de aquél país, los sueldos y condiciones generales de trabajo reflejan una disparidad considerable. No obstante, este revés no parece desanimarlas, o al menos no como para impedir que dejen de pelear por lo que creen que es justo. Ese es el mensaje de batalla que lanza su capitana (Megan Rapinoe) en twitter: “no dejaremos de luchar” (ver la nota en https://www.infobae.com/america/deportes/2020/05/02/reves-para-la-seleccion-femenina-de-estados-unidos-un-juez-desestimo-su-demanda-por-pago-igualitaro). 


El problema de la falta de equidad y de discriminación entre seres humanos ha sido un vestigio que la humanidad no ha podido erradicar. Y el fútbol no ha estado exento. Tristemente, son innumerables los casos de futbolistas en todo el mundo que por razones de credo, ideología política, raza, condición social o preferencia sexual, han sufrido vejaciones y ataques a su persona (ver una nota al respecto en (https://elpais.com/tag/c/b44df67424cc7c642b5eb5100fec66ab).

Afortunadamente, el mundo parece sensibilizarse cada vez más a estos temas. Y muestra de ello es que hoy en día ya se toman medidas que años atrás no existían. Lógicamente, para que tales medidas existan y se respeten deben de ser generadas por instancias institucionales reconocidas a nivel mundial, y luego ser apoyadas por las instituciones que rigen en cada Estado. En el caso del fútbol, la máxima autoridad mundial es la FIFA, y las instancias locales son las Federaciones de cada país.




¿Cumple la FIFA con su responsabilidad para erradicar los abusos en el fútbol mundial? En principio, cumple desde un punto de vista formal, al manifestar públicamente su interés por promover:

a) los valores humanos (ver el documento de estatutos de la FIFA https://resources.fifa.com/image/upload/the-fifa-statutes-2018.pdf?cloudid=azwxwekfmx0nfdixwv1m), 
b) equidad y democracia (ver el documento oficial de la FIFA en su visión 2020-2023 https://resources.fifa.com/image/upload/making-football-truly-global-the-vision-2020-2023.pdf?cloudid=gxcoueiwyclxqf7evwzs) y
c) derechos humanos de los futbolistas (ver el documento oficial de políticas de derechos humanos de la FIFA en su edición 2017  (ver https://resources.fifa.com/mm/document/affederation/footballgovernance/02/89/33/12/fifashumanrightspolicy_neutral.pdf). 


Además de contar con iniciativas para velar por la salud mental de los mismos (ver los siguientes enlaces https://es.fifa.com/who-we-are/news/educacion-y-concienciacion-claves-para-mejorar-la-salud-mental-en-el-futbol, y https://es.fifa.com/news/la-salud-mental-toma-el-protagonismo-en-inglaterra).

No obstante, sabemos que una cosa es cumplir formalmente con una responsabilidad, y otra es cumplir operativamente. Me refiero a la distinción entre escribir en papel una sana intención vs llevarla a la práctica. Y dada la estructura organizacional del fútbol mundial, son las Federaciones las que tienen la obligación de operar lo que la FIFA propone y exige, en su carácter de órgano rector en la materia. Este carácter de obligatoriedad al que están sujetas las Federaciones está establecido en los estatutos a los que ya me he referido antes, al menos si desean ser reconocidas oficialmente como tales.

¿En el fútbol mexicano se vigilan, respetan y promueven los valores de equidad y respeto a los derechos humanos de los futbolistas que la FIFA formalmente defiende? O por el contrario, ¿existe abuso, discriminación y arbitrariedad en el trato que reciben?

Estas preguntas ameritan un análisis serio y minucioso que involucre a los diferentes actores que juegan un papel en la industria del fútbol, tales como jugadores, cuerpos técnicos, presidentes y dueños de equipos, representantes de la Federación, profesionales de las ciencias del deporte, afición, etc. No pretendo aquí realizar tal análisis. En cambio, haré un ejercicio más sencillo a partir de poner sobre la mesa un hecho muy actual que considero que cabe perfectamente con esta temática. Me refiero a la iniciativa por abolir la liga de Ascenso MX. En concreto, ¿desaparecer esta liga es una medida que no viola en lo absoluto los estatutos de la FIFA, los valores del juego limpio y los derechos humanos de los jugadores?

Para que este ejercicio valga la pena, será necesario respaldar mis argumentos, para evitar caer en los apasionamientos y opiniones sin fundamento en los que han caído tantas opiniones que se han generado alrededor del tema en escrutinio durante los últimos meses. Así que como punto de partida, vayamos a los estatutos de la FIFA en su carácter de órgano rector, pues cualquier violación a tales estatutos la obligaría a tomar cartas en el asunto. En el apartado de disposiciones generales (página 6) menciona como uno de sus objetivos:

“Promover la integridad, el comportamiento ético y la deportividad con el fin de impedir que ciertos métodos o prácticas, tales como la corrupción, el dopaje o la manipulación de partidos, pongan en peligro la integridad de partidos, competiciones, jugadores, oficiales y federaciones miembro o den lugar a abusos en el fútbol asociación.”

Aquí un primer punto de análisis: ¿Imponer sobre la marcha (cuando el torneo aún está en disputa) la decisión de abolir la liga de Ascenso MX, y de paso eliminar la opción de ascenso y descenso, sin justificar la razón por la que supuestamente no están certificados los clubes, se puede considerar una acción ética, íntegra y en respeto a la deportividad?

En el mismo documento de estatutos, más adelante se habla del ascenso y descenso de categoría (página 73). A la letra dice:


“El derecho de los clubes a participar en campeonatos nacionales derivará, en primer lugar, de los resultados meramente deportivos. La clasificación por méritos deportivos para un determinado campeonato nacional se alcanzará mediante la permanencia, el ascenso o el descenso al final de la temporada deportiva.”


Así, eliminar la categoría de ascenso viola un derecho de los clubes para disputar un lugar en la primera división, y elimina también el derecho a que los clubes de la Liga MX se ganen deportivamente su permanencia.

Este tema se vuelve muy delicado ya que afecta tanto los intereses de los clubes así como -sobretodo- la carrera profesional de muchos jugadores. En tanto profesión, el fútbol es para muchos jugadores, entrenadores y demás profesionales involucrados, el único medio de supervivencia que poseemos. Y erradicar de tajo el trabajo como fuente de ingresos es un tema que raya en una violación a los derechos humanos. Nuevamente, este punto compete directamente a la FIFA, que en sus estatutos (página 7) establece:

"La FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos."




De hecho, en su Política de Derechos Humanos (ver documento arriba mencionado) se explicita el reconocimiento que hace la FIFA a los dictámenes de la Organización Internacional del Trabajo (página 23):

"En su compromiso, la FIFA se adhiere a todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente, incluidos los que recogen la Carta Internacional de Derechos Humanos (que comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento."

Finalmente (y como resumen de lo que he comentado hasta aquí) este mismo documento engloba los derechos de los jugadores de la siguiente manera (página 26):

"Derechos de los jugadores: en las trayectorias de los futbolistas profesionales, a menudo efímeras, los derechos humanos de los jugadores pueden verse expuestos a ciertos riesgos, en particular, en lo concerniente a sus condiciones laborales y traspasos. Dichos riesgos incluyen el pago puntual de salarios, el dopaje y el amaño de partidos. Asimismo, el intenso deseo de convertirse en futbolista profesional y el atractivo de los ingresos económicos pueden generar un caldo de cultivo para las consecuencias negativas sobre los derechos humanos, sobre todo en lo tocante a la trata u otros asuntos relacionados con los menores. La FIFA está comprometida a ayudar a proteger los derechos de los futbolistas; continuará evaluando la normativa y los procesos existentes y, de ser preciso, se planteará adoptar medidas adicionales para abordar los riesgos correspondientes." 

A partir de lo anterior (y sin mencionar además el impacto negativo en la estabilidad emocional de los jugadores y sus familias) opino que no hay argumentos válidos para sostener la medida de abolir la liga de Ascenso MX. Además, sostengo que no solo la FIFA tiene injerencia para intervenir en este asunto sino que también es un tema que compete a instancias nacionales tales como la Secretaría del Trabajo (STPS) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Más aún, si se suple la liga de ascenso con una liga “de desarrollo” en la cual no tengan cabida jugadores mayores de 23 años, entonces también habría que conocer la opinión de la Comisión Nacional para prevenir la Discriminación (CONAPRED). Cabe señalar que este último organismo ya antes ha señalado la discriminación en los deportes (ver documento https://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Deportes%20y%20Discriminacion-Ax.pdf).

Todo este ejercicio de argumentación no tiene mayor ciencia. Basta con revisar los documentos que he mencionado y darle un poco de orden a las ideas. En cambio, lo complicado es entender las razones por las que surgió la iniciativa de abolir el ascenso. ¿Qué motiva a un directivo del fútbol a defender una idea cuando dicha idea puede atentar contra los propios jugadores? ¿acaso no se supone que un cargos directivo encuentra su razón de ser en la búsqueda de la prosperidad del gremio al que representa?

Estas preguntas llevan esta reflexión al campo del liderazgo. El directivo de cualquier industria debe de cumplir con un perfil demostrado de liderazgo y ejercerlo a favor de la gente a quien lidera. Sin embargo, este principio no siempre se respeta. Al parecer y bajo ciertas circunstancias, el tener cierto poder sobre otros a veces ayuda y a veces perjudica. Esa es la razón por la que el tema del liderazgo ha sido objeto de innumerables estudios. ¿Todo mundo puede ser un buen líder? ¿qué se requiere para serlo? ¿el rol de líder puede corromper a la gente?

Aunque abundan los estudios sobre los temas de liderazgo y poder, aquí me referiré a uno en particular que me resulta muy ilustrativo. Me refiero al experimento conocido como la cárcel de Stanford, realizado por el investigador Philip Zimbardo. A principios de la década de los 70´s, Zimbardo invitó a jóvenes universitarios a participar en un estudio sobre el comportamiento de la gente en un ambiente de confinamiento y sumisión. Algunos de los participantes representarían un rol de guardias en una prisión simulada, y los demás actuarían como presos. Los “guardias” tenían libertad de dar un trato a los “presos” según lo consideraran conveniente. Se observó que, con el paso de los días, los guardias desarrollaban comportamientos cada vez más sádicos y humillantes hacia los presos, al grado tal que el experimento tuvo que ser detenido (puede ver un documental al respecto en https://www.youtube.com/watch?v=pQwDJ3oDDVA).

                                                

Zimbardo publicó un libro para describir su experimento, que llevó el título de “El Efecto Lucifer”. De acuerdo al autor, las condiciones tuvieron un gran efecto sobre el comportamiento de los guardias. Bajo las condiciones adecuadas (tener control absoluto de la situación) una persona sana puede adoptar comportamientos dañinos, abusivos e insensibles contra otra.

                                                            

Obviamente que los resultados de cualquier experimento social deben de interpretarse con cautela y no sacar conclusiones precipitadas. Pero, sin duda, el experimento de la cárcel de Stanford nos deja mucho en qué pensar. Sobretodo si recordamos la enorme cantidad de casos de gente con autoridad que, a través de la historia, literalmente ha abusado de su poder sobre otros. Claro que también sabemos de gente que ha utilizado su posición de poder para ayudar y construir la sociedad. Así que aún queda mucho por conocer respecto a lo que lleva a una persona a abusar o vigilar de los derechos de otra, a ser un buen o mal líder. Tal vez no se trate solamente de poseer el poder sino que también se deban de cumplir otras condiciones.

De ahí la importancia de cuestionarnos si los mecanismos que tenemos para elegir a nuestros líderes son lo suficientemente sensibles como para detectar realmente quién puede con el cargo. Después de todo, ¿qué instancia certifica hoy en día que quien ocupa un cargo directivo en nuestro fútbol realmente vea por los intereses de todos?

El fútbol es un deporte democrático que hasta Lucifer tiene derecho a jugarlo. Pero si quiere dirigirlo, primero evaluemos otras opciones, no olvidemos que el fútbol nos pertenece a todos.


¿Quieres saber más? Escribe a info@depsic.com


José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).



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