¿Cómo vive el fin de año un atleta de Alto Rendimiento?

¿CÓMO VIVE EL FIN DE AÑO UN ATLETA DE ALTO RENDIMIENTO?
Psic. José Manuel Sánchez Durón
DEPSIC PSICOLOGÍA Y ALTO RENDIMIENTO S.C.
 

Una manera interesante de entender el curso de la vida es concibiéndola como una serie de ciclos. En general, podemos decir que un ciclo es un proceso que tiene un inicio, un curso y un fin durante un cierto lapso de tiempo. Pero además, lo que define a un ciclo es el hecho de que se trata de algo repetitivo. Los ciclos son procesos que inician y terminan, y que inician de nuevo y así sucesivamente. Un día sigue a la noche, y otro día viene después. Cada fin de ciclo marca el inicio de uno nuevo.

Nuestra vida es un gran ciclo que también tiene su inicio, su curso y su fin. Llegamos cuando otros se fueron y otros vendrán cuando nos hayamos marchado. Pero este gran ciclo de la vida se compone a su vez de otros ciclos más breves pues vamos pasando por una serie de acontecimientos que se repiten como lo son nuestras etapas de vida escolar, laboral, relaciones de pareja, enfermedades, etc. En cada uno de estos casos, vivimos algo durante un cierto tiempo, luego lo abandonamos y regresamos nuevamente. Terminamos un año escolar pero comenzamos otro después; dejamos un trabajo y tomamos otro; terminamos una relación de pareja y otra comienza. Algo se cierra e inmediatamente algo se abre. Nuestra existencia está marcada por esta dualidad de emociones que los ciclos generan: después del luto guardado por lo que se fue nos viene la esperanza de lo que vendrá…
Por supuesto, el hecho de que muchos ciclos ocurran de manera secuencial (esto es, uno después de otro) no elimina la posibilidad de que algunos puedan “empalmarse” unos con otros. Cuando digo “empalmarse”  me refiero a que podemos estar terminando un ciclo en una esfera de nuestra vida mientras estamos cursando al mismo tiempo la parte medular de otro ciclo en otra de nuestras esferas. Es lo que pasa cuando, por ejemplo, terminamos una relación de pareja (se cierra un ciclo) cuando nos encontramos en el mejor momento de nuestro ciclo laboral en la institución con la que colaboramos (la parte medular de otro ciclo). Cada faceta de nuestra vida lleva su propio ritmo (sus propios ciclos) y las diferentes facetas pueden “no ir de la mano”. Esta característica de la vida le otorga un sentido a veces contradictorio, pues nos topamos con que en un mismo momento vivimos la tristeza por un ciclo que se cierra (por ejemplo la terminación de una relación de pareja) y la alegría por caminar eficientemente en otro (por ejemplo al estar en el mejor momento de la vida laboral). ¡Vaya situaciones tan interesantes ante las que nos exponen las circunstancias!

Voy a poner otro ejemplo de esta clase de “empalmes de ciclos”. Cada uno de nosotros llega a un fin de año bajo diferentes circunstancias, a veces alegres o a veces tristes, a veces en plenitud o a veces en condiciones mermadas, a veces con la esperanza por lo que se viene o a veces con la incertidumbre por lo que nos depare el destino. Cada quien llega a su manera dependiendo de cómo vayan las cosas en la vida. Pero de alguna manera un fin de año nos representa a todos el fin de un ciclo. Y como todo ciclo que termina se viene luego uno más: “¡año nuevo vida nueva!”, reza el dicho, como queriendo decir que un “nuevo ciclo” está por comenzar.

En mi opinión, un cierre de ciclo como el que representa cada fin de año es buena oportunidad para sacar algunas conclusiones sobre lo vivido en los 12 meses anteriores. Alguna reflexión por mínima que sea puede resultar de gran provecho si logramos “rescatar” algunas ideas que nos permitan un nuevo conocimiento. Por ejemplo, reflexionar sobre los obstáculos que enfrentamos durante el año y de qué manera los hemos ido sorteando. O sobre los logros que cosechamos y la manera en la que los fuimos sembrando. De todo lo anterior podemos obtener un “alimento” sustancioso para refrescar la imagen que tenemos de nosotros(as) mismos(as), y de esa manera comenzar el nuevo año con gran ánimo y disposición para salir adelante. Definitivamente, no es lo mismo comenzar un nuevo año convencidos de que hemos venido haciendo las cosas muy bien que creer que hemos venido cometiendo “una barbaridad tras otra…”

No obstante (aquí viene lo interesante), como ya lo dije antes, los ciclos de otras facetas de nuestra vida siguen su propio curso. El hecho de que el ciclo anual esté por concluir no representa un fin de ciclo global, en todas las facetas de la vida. Tal es el caso de los atletas de alto rendimiento (AAR). Un AAR es un individuo que vive de -y para- su deporte, una persona con una capacidad superior a la del resto para entregarse a una disciplina de trabajo psico-corporal con el objetivo de ajustarse a los mayores estándares de excelencia atlética. Y sus ciclos de entrenamiento no se sujetan necesariamente a los ciclos anuales. Regularmente, una pretemporada o un periodo de preparación física general ya han comenzado cuando se viene un fin de año.  Por lo tanto, por lo menos para un AAR, la reflexión sobre lo que “ha dejado” el año que termina ha de desarrollarse bajo el marco de un arduo trabajo que no puede darse el lujo de parar.

Por supuesto que lo anterior no representa ninguna tragedia, más allá de que nuestro AAR que tenemos en casa no pueda entregarse de manera relajada al sin fin de festejos familiares propios de la época. En ningún caso el AAR deberá de renegar por su situación ni quienes le rodean deberán de compadecerse de él (ella). El aprender a sujetarse a un ciclo también es un ejercicio de disciplina, y la disciplina es el recurso indispensable para alcanzar las grandes alturas. En cambio, el cierre del año bien podría –y debería- servir de un gran efecto motivador para los AAR bajo preparación. Una adecuada reflexión personal sobre lo vivido en el año podría ser un fuerte aliciente para entregarse de manera cabal a la etapa del macrociclo en la que cada uno(a) se encuentre. Como todos los deportistas lo sabemos, las etapas de inicio de todo macrociclo son extenuantes y demandan gran esfuerzo psicológico para acondicionar al cuerpo. Pues bien, un fin de año puede promover la carga anímica y motivacional que todo deportista requiere para el esfuerzo.

Así pues, mis recomendaciones para todo AAR en este periodo de fin de año son cuatro: 1) siéntanse satisfechos(as) y privilegiados(as) por la oportunidad que tienen de seguir entrenando, 2) reflexionen en los logros que han cosechado durante el año, deportivos y no deportivos, y alimenten con ellos sus sentimientos de fortaleza individual, 3) háganse a la idea de que cada logro obtenido durante el año es una muestra de su potencial para lograr metas, y 4) analicen cada error cometido durante el año para que no lo repitan en el siguiente.
 
Si estas fechas no puedes comer todos los tamales que quisieras no te preocupes, vas a agradecer no haberlos comido cuando te estén colgando tu próxima medalla…  
 
 
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