Entre el amor y el dinero: ¿qué es lo que une a los clubes con su afición?

Entre el amor y dinero: ¿qué es lo que une a los clubes con su afición?

José M. Sánchez


Se ha venido difundiendo la noticia de que el club de fútbol profesional Monarcas Morelia cambiará su ciudad sede a Mazatlán, Sinaloa. La noticia no ha caído bien a su afición quienes salieron a manifestar su desacuerdo a las calles de la capital michoacana. Diferentes personajes del medio futbolístico nacional (ex jugadores y periodistas) critican la decisión del club bajo el argumento de que una medida como esa representa un certero golpe a la afición que durante años apoyó a su equipo. Y no es para menos. Los que amamos el deporte profesional (sea fútbol o cualquier otro) sabemos que como aficionados entregamos mucho más que el costo de un boleto de entrada cada vez que vemos jugar a nuestro equipo. ¡Los aficionados también entregamos cariño!

Me parece que la noticia del cambio de ciudad de la ex “monarquía” nos invita a reflexionar sobre la ambigua relación que se establece entre los clubes profesionales y su afición. Digo “ambigua” porque esta clase de situaciones nos dejan en claro que mientras que la afición puede adoptar a un club y generar hacia éste toda clase de empatía, culto o compromiso, el club toma decisiones a su conveniencia y deja a su afición en segundo plano. Por lo tanto, la relación entre ambos no es simétrica. Es una relación donde una de las partes demuestra cada quince días que desea continuarla, mientras que la otra parte no “abre de capa” sus intenciones hasta no ver lo que más le conviene. 

Si bien los dueños de los clubes tienen el derecho a cuidar sus intereses monetarios, ¿dónde quedan los derechos de la afición? ¿o acaso no los tiene? Estas preguntas me hacen reflexionar respecto al valor social del espectáculo deportivo. El espectáculo deportivo encuentra su razón de ser en el público que lo admira. Sin público el espectáculo sencillamente no emerge. Piense usted en lo absurdo que sería mantener una liga sin aficionados en las gradas ni siguiendo la transmisión por televisión o medios digitales. ¿Qué patrocinador estaría interesado en invertir en un negocio en el que su marca no recibiera ningún beneficio? Y sin patrocinadores, ¿qué club deportivo podría asegurar su supervivencia? 

Si el espectáculo deportivo sólo puede surgir en presencia del aficionado, entonces en cierta medida le pertenece. Es el aficionado quien mantiene la historia de los grandes clubes y el que dota de valor y admiración a sus figuras. Es la afición la que habla toda la semana de su equipo favorito y la que día con día está al pendiente de las noticias deportivas. Por lo tanto la afición debería de tener, al menos, el derecho a ser escuchada antes de que los dueños de clubes tomaran sus decisiones.  

Sin embargo, creo que esto no será posible mientras la relación entre clubes y afición continúe siendo de doble naturaleza: el club se siente unido a su afición en el sentido de que la concibe como un mercado en donde vender su producto; en cambio, la afición se siente unida a su club porque ve representados sus ideales en cada partido de su equipo. El sentimiento de la afición por cada triunfo de su equipo tiene un valor que rebasa por mucho el valor del boleto. Por lo tanto, la relación que ve el club es de índole estrictamente comercial, mientras que la relación que ve el aficionado es de carácter sentimental. 

Entonces, cuando se toma la decisión de un cambio de ciudad, ¿quién pierde más, los que cierran un mercado para abrir otro, o los que dejaron en cada partido sus risas, sus gritos y sus ilusiones?  



        
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José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).

Twitter: @josemapsic

El retorno psicológico

EL RETORNO PSICOLÓGICO
Retos que enfrentarán los deportistas al término de la pandemia 
José M. Sánchez


La llegada del coronavirus (COVID-19) trajo cambios en todas las esferas de la actividad humana en el mundo. Y obviamente que el deporte no fue la excepción. Tan pronto como las autoridades nacionales e internacionales emitieron las alertas, se canceló toda actividad deportiva de competencia o entrenamiento. Y aunque los atletas han visto la manera de improvisar sus propias áreas de entrenamiento en casa, el estado de forma física para competir no es el mismo que tenían cuando aún se preparaban en sus respectivos centros de entrenamiento. ¿Y qué pasa con su estado psicológico?     

La cuarentena ha tenido importantes efectos también a nivel psicológico. Por un lado, el encierro ha generado algunos beneficios como por ejemplo que los deportistas lesionados dispongan de un mayor tiempo de recuperación o que quienes regularmente no pasaban tanto tiempo con la familia ahora puedan hacerlo. Y también están los casos de deportistas que reconocen que toda esta situación les ha ayudado a valorar muchas de las cosas que tienen en su vida como por ejemplo la salud, el tener un contrato vigente, la relación con los compañeros, etc. Visto desde esta perspectiva, la cuarentena no parece algo tan malo.      


Sin embargo, tanto tiempo de espera e incertidumbre sobre el regreso, sin mencionar las preocupaciones por la salud de sus seres queridos, han generado también síntomas de estrés y depresión en más de uno. De hecho, diversos organismos nacionales e internacionales (como por ejemplo la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte) han tomado cartas en el asunto generando y difundiendo información sobre diversas estrategias psicológicas para llevar de la mejor manera el encierro.   

Pero el reto psicológico derivado de la pandemia es doble. En primer lugar, mantener una adecuada estabilidad emocional durante la cuarentena. Y en segundo lugar, regresar de la mejor manera cuando se autorice el regreso a la actividad. Hoy ya no acercamos -por fin- a ese escenario. 

Desde un punto de vista psicológico, ¿cómo regresarán los deportistas a sus actividades? Definitivamente que van a regresar felices si es que el COVID-19 no golpeó a su familia. Regresarán con buen ánimo y la mejor disposición para entrenar de nuevo, con nuevos bríos y pensando en sus metas para las próximas competiciones. Todo esto está muy bien, pero esa moneda también tiene dos caras. Específicamente, la autoconfianza estará muy debilitada porque ellos saben que físicamente no se encuentran a su 100% y que no traen ritmo de competencia. Aunado a lo anterior también puede haber un temor al contagio tal y como lo han manifestado abiertamente ciertos clubes de fútbol que se oponen al regreso inmediato a sus ligas.     


Por lo tanto, es claro que será fundamental vigilar y tomar medidas de apoyo psicológico tan pronto como regresemos a la actividad regular en nuestra vida deportiva. En lo referente al tema de la autoconfianza, los entrenadores (apoyados por los psicólogos de su equipo de trabajo) deberán de llevar poco a poco a los deportistas para que logren “desempolvar” -tan rápido como sea posible- los circuitos neuromotores que controlan sus gestos técnicos. Esto llevará su tiempo pero no será tan difícil gracias a la “memoria muscular”. En todo caso, lo más complicado será ayudar al deportista a que recobre su identidad. No olvidemos que, dependiendo del nivel al que compiten, los deportistas depositan su valor como personas en su carrera deportiva. Me refiero a que tienen tan integrado el deporte en sus vidas que si el deporte desaparece ellos lo hacen también. Esa es la razón por la que tantos deportistas en retiro caen en depresión, ya que no se ven en otros escenarios y sienten que no “encajan” en otro lugar. Además, poco a poco notan que el reconocimiento público ya no es el mismo y eso puede hacerlos sentir que no valen lo que antes valían. 

¿Cómo se ayuda a recuperar la identidad a un deportista que dejó de serlo durante la cuarentena? Será necesario darles un “baño de recuerdos” con videos y actividades en grupo para que renazca el sentido de identidad nuevamente. Retomar las estadísticas de cada uno para recordarles el nivel en el que se encontraban y lo que se espera de cada uno de ahora en adelante. Finalmente, hacerles saber que el club y la afición los necesitan y respaldan como antes. Cuando uno siente que otros aún lo necesitan, es más fácil que uno recuerde quién es realmente.     

Este tema de la identidad me resulta muy interesante, independientemente de la pandemia, ya que siempre nos deja buenas reflexiones. ¿Realmente es bueno que alguien se vea a sí mismo solamente bajo la careta del rendimiento deportivo? El rendimiento deportivo solamente es la evidencia de que eres bueno en una faceta de la vida, pero la vida es algo mucho más grande. Por ello, considero que resulta esencial que ayudemos a nuestros deportistas a verse a sí mismos como seres integrales que, aunque son muy buenos en su deporte, también pueden - y deben- expandirse en otros ámbitos de su vida. Si ellos también logran explorar otros entornos, y adquirir conocimientos en otras áreas de la vida, entonces tendrán una visión mucho más amplia de sí mismos y no se verán moralmente abatidos cuando llegue la hora del retiro definitivo.   

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José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).

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¿El mundo estaría mejor sin mi?

¿EL MUNDO ESTARÍA MEJOR SIN MI?
Reflexiones en torno a la ideación suicida
José M. Sánchez


Cuando cursaba la carrera de Psicología en la Universidad tuve oportunidad de hacer visitas de estudio a diferentes instituciones con la finalidad de estudiar el comportamiento de las personas en diferentes ambientes. Una de las visitas que más me impactaron fue la que hicimos al Hospital de Neuropsiquiatría. Cuando apenas eres aprendiz en el complejo mundo del comportamiento humano, acudes a una visita como esa sin tener muy claro qué es lo que debes observar, e incluso con un velo de temor respecto a lo que se dice de los internos de esas instituciones en pláticas informales. 

Un paciente psiquiátrico es una persona que bien puede mostrar algunos comportamientos semejantes a los del ciudadano común, pero que igualmente actúa de formas peculiares no convencionales como por ejemplo hablar solo, orinarse en su ropa, fijar la mirada en alguien, etc. Esta característica es la que los hace ver como “raros” ante la ciudadanía. El paciente psiquiátrico es relegado de la sociedad porque no se comporta como la mayoría. 


Cuando estás acostumbrado a vivir bajo las normas de una sociedad (así como la gran mayoría de nosotros) te llama fuertemente la atención que una persona pueda actuar de manera no convencional, incluso violando tales reglas en presencia de otros y no verse inmutada en lo más mínimo. ¿Cómo es posible que una persona no de señales de sentirse apenada por comportarse de manera anormal aún ante la mirada de los demás?

Una posible explicación es la de que dichas personas padezcan de una alteración de conciencia, esto es, que por alguna razón no sean capaces de darse cuenta de sus propios actos. Esta explicación me llevó a interesarme por el tema de la conciencia humana. Y  rápidamente me di cuenta de que se trata de un tema muy complejo, pero apasionante. ¿Qué es eso que llamamos “conciencia”?, ¿el tener conciencia nos da o nos quita derechos para actuar a nuestra manera?

No es sencillo definir qué es la conciencia, pero podemos hacer el ejercicio de aproximarnos a ese concepto refiriéndonos a un experimento con niños pequeños que se realizó hace algunos años. Una madre se colocaba frente a un espejo con su hijo menor de dos años sentado sobre sus piernas. Ambos observaban su reflejo en el espejo. Luego, la madre distraía al pequeño y le ponía una pequeña mancha de pintura en la nariz. A continuación la madre hacía que el niño nuevamente observara su reflejo en el espejo. ¿Cómo reaccionaba el pequeño? 


Los investigadores que idearon este experimento supusieron que el niño notaría la mancha en la nariz, pero se preguntaban si trataría de tocarla en el reflejo o en su propia cara. Si el niño tratara de tocarla en el reflejo entonces podríamos concluir que el niño “piensa” que su reflejo es otro niño. En cambio, si se tocara su propia nariz, sería un indicador de que el niño “sabe” que el reflejo que observa se trata de si mismo. Pues bien, los niños que participaron en este experimento efectivamente se tocaron su propia nariz cuando notaron que tenían una mancha. Por lo tanto, niños muy pequeños dan muestras de que se reconocen a sí mismos. 
           
Este tipo de ingeniosos experimentos nos dan pistas para aproximarnos al concepto de conciencia. Primero, decimos que una persona tiene conciencia cuando se encuentra despierta (en estado de alerta o vigilia) y además es capaz de reconocer a las personas y sitios en que se encuentra. Y en segundo lugar, decimos que una persona tiene autoconciencia cuando es capaz de reconocerse a sí misma. Esto es, no solo saber que los demás existen sino que ella misma existe también. 
   
Al parecer, la autoconciencia no se adquiere inmediatamente al nacer, sino que requiere de un proceso de maduración. En otras palabras, no tenemos evidencia para suponer que un bebé recién nacido tenga conciencia de sí mismo. En cambio, los experimentos de los niños frente al espejo nos indican que niños de alrededor de dos años ya dan señales de una cierta forma de autoconciencia. Luego, conforme transcurre el tiempo y el niño crece, es claro que su conciencia de sí mismo mejora paulatinamente.

Como psicólogo, me interesa el tema de la autoconciencia sobre todo desde dos puntos de vista. Primero, ¿influyen sobre nuestra autoconciencia las personas que nos rodean? y segundo, ¿repercute la autoconciencia sobre nuestros derechos para tomar decisiones? 

Respecto a la primera pregunta, estoy convencido de que el trato que recibimos de los demás contribuye enormemente a desarrollar el sentido de autoconciencia. Un niño normal, desde que comienza a tener cierto control sobre su mirada, siempre busca mirar a los ojos a quienes lo cuidan. Y si a cambio recibe también una mirada, entonces se comienzan a sentar las bases para que tome conciencia de sí. A partir de ese momento, cada vez que se le da un nombre que lo distingue de los demás, cada vez que recibe atención, cada vez que recibe contacto físico, etc., su sentido de autoconciencia se irá fortaleciendo. Finalmente, si el pequeño recibe un trato cariñoso y de cuidado, entonces no solamente se dará cuenta de que existe sino también de que es alguien querido y valioso para quienes lo rodean. Ya dependerá del trato que reciba posteriormente de parte de compañeros de escuela, maestras, vecinos, novio(a), jefes de trabajo, etc., para que esa imagen de ser alguien valorado se mantenga o se modifique. 


Respecto a mi segunda pregunta, la de los derechos para tomar decisiones, opino que así es. Tan pronto como tomamos conciencia de que somos un individuo semejante a los otros que nos rodean, también comenzamos a entender que tenemos derechos, y que podemos exigirlos. Así, un niño se molesta si otros quieren agarrar “su” juguete ya que solo le pertenece a él, o una niña se pone celosa del vestido nuevo de su hermana y reclama su derecho para estrenar también.

Y me parece muy sano que niñas y niños aprendan que tienen derechos, y que aprendan también a ejercerlos. Sin embargo, el tema de la autoconciencia y los derechos personales se complica cuando crecemos. El tener conciencia de que existimos y de que somos seres iguales a otros, ¿nos da derecho a hacer cualquier cosa que queramos con nuestra vida?

Hoy en día existe un debate internacional respecto a la eutanasia. Los médicos no se ponen de acuerdo si es conveniente ayudarle a morir a un enfermo que desea acabar con su vida. El enfermo puede argumentar que es su derecho ya que a final de cuentas se trata de su vida. Y en eso tiene razón. Sin embargo, estas situaciones suele ocurrir solo con ciertos enfermos, no con todos. Particularmente, el deseo de morir lo tienen enfermos terminales o aquéllos que sufren dolor o quienes dada su condición han caído en depresión. En cambio, enfermos que pueden tener una cura, que no sufren dolores insoportables y que no padecen depresión, ellos no quieren morir, al contrario, luchan por su vida. 

¿Y qué pasa con las personas sanas que también han pensado en quitarse la vida? En los casos de personas que no tienen alguna enfermedad terminal, y que aún así han tenido ideas suicidas, creo que pueden ocurrir dos cosas. Primero, que padezcan algún trastorno psiquiátrico y que escuchen voces en su cabeza diciéndoles que se hagan daño. Esas “voces” se conocen como alucinaciones auditivas y son comunes en la esquizofrenia. Afortunadamente existen tratamientos para ayudar a esas personas. Por otro lado, si la persona que piensa en quitarse la vida no tiene un trastorno psiquiátrico entonces creo que el problema se relaciona precisamente con su autoconciencia. En otras palabras, tal vez tiene una conciencia de sí misma distorsionada. Me refiero a que esa persona sabe que existe pero, por alguna razón, considera que no debería de existir. ¿Cuál puede ser esa razón?

Como ya antes lo dije, nuestra autoconciencia depende mucho del trato que recibimos de los demás. Si el trato es bueno, andaremos por el mundo tranquilos con nosotros mismos. Pero si el trato no es bueno entonces sentiremos que no valemos, que no merecemos estar aquí o que no tiene caso seguir adelante. 

Afortunadamente, este tipo de creencias pueden ser modificadas con ayuda profesional. Muchas veces, una sola plática ayuda para comenzar a darnos cuenta que ese tipo de ideas no valen la pena. Por eso, te recuerdo que tú tienes derecho a decidir sobre tu vida pero también tienes derecho a recibir la ayuda que necesites para salir adelante. En cambio, creo que nada te da derecho a provocarle un gran dolor a la gente que te quiere. Ellos quieren verte bien, y tienen derecho a ser felices contigo. 

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José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).

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¿Puede Lucifer jugar fútbol?


¿PUEDE LUCIFER JUGAR FÚTBOL?
(Reflexiones sobre la abolición del Ascenso MX) 
José M. Sánchez  


La selección de fútbol femenil de E.U. acaba de perder hace pocos días una demanda que interpuso para reclamar mejores condiciones laborales. Mientras que sus logros deportivos superan a los del representativo varonil de aquél país, los sueldos y condiciones generales de trabajo reflejan una disparidad considerable. No obstante, este revés no parece desanimarlas, o al menos no como para impedir que dejen de pelear por lo que creen que es justo. Ese es el mensaje de batalla que lanza su capitana (Megan Rapinoe) en twitter: “no dejaremos de luchar” (ver la nota en https://www.infobae.com/america/deportes/2020/05/02/reves-para-la-seleccion-femenina-de-estados-unidos-un-juez-desestimo-su-demanda-por-pago-igualitaro). 


El problema de la falta de equidad y de discriminación entre seres humanos ha sido un vestigio que la humanidad no ha podido erradicar. Y el fútbol no ha estado exento. Tristemente, son innumerables los casos de futbolistas en todo el mundo que por razones de credo, ideología política, raza, condición social o preferencia sexual, han sufrido vejaciones y ataques a su persona (ver una nota al respecto en (https://elpais.com/tag/c/b44df67424cc7c642b5eb5100fec66ab).

Afortunadamente, el mundo parece sensibilizarse cada vez más a estos temas. Y muestra de ello es que hoy en día ya se toman medidas que años atrás no existían. Lógicamente, para que tales medidas existan y se respeten deben de ser generadas por instancias institucionales reconocidas a nivel mundial, y luego ser apoyadas por las instituciones que rigen en cada Estado. En el caso del fútbol, la máxima autoridad mundial es la FIFA, y las instancias locales son las Federaciones de cada país.




¿Cumple la FIFA con su responsabilidad para erradicar los abusos en el fútbol mundial? En principio, cumple desde un punto de vista formal, al manifestar públicamente su interés por promover:

a) los valores humanos (ver el documento de estatutos de la FIFA https://resources.fifa.com/image/upload/the-fifa-statutes-2018.pdf?cloudid=azwxwekfmx0nfdixwv1m), 
b) equidad y democracia (ver el documento oficial de la FIFA en su visión 2020-2023 https://resources.fifa.com/image/upload/making-football-truly-global-the-vision-2020-2023.pdf?cloudid=gxcoueiwyclxqf7evwzs) y
c) derechos humanos de los futbolistas (ver el documento oficial de políticas de derechos humanos de la FIFA en su edición 2017  (ver https://resources.fifa.com/mm/document/affederation/footballgovernance/02/89/33/12/fifashumanrightspolicy_neutral.pdf). 


Además de contar con iniciativas para velar por la salud mental de los mismos (ver los siguientes enlaces https://es.fifa.com/who-we-are/news/educacion-y-concienciacion-claves-para-mejorar-la-salud-mental-en-el-futbol, y https://es.fifa.com/news/la-salud-mental-toma-el-protagonismo-en-inglaterra).

No obstante, sabemos que una cosa es cumplir formalmente con una responsabilidad, y otra es cumplir operativamente. Me refiero a la distinción entre escribir en papel una sana intención vs llevarla a la práctica. Y dada la estructura organizacional del fútbol mundial, son las Federaciones las que tienen la obligación de operar lo que la FIFA propone y exige, en su carácter de órgano rector en la materia. Este carácter de obligatoriedad al que están sujetas las Federaciones está establecido en los estatutos a los que ya me he referido antes, al menos si desean ser reconocidas oficialmente como tales.

¿En el fútbol mexicano se vigilan, respetan y promueven los valores de equidad y respeto a los derechos humanos de los futbolistas que la FIFA formalmente defiende? O por el contrario, ¿existe abuso, discriminación y arbitrariedad en el trato que reciben?

Estas preguntas ameritan un análisis serio y minucioso que involucre a los diferentes actores que juegan un papel en la industria del fútbol, tales como jugadores, cuerpos técnicos, presidentes y dueños de equipos, representantes de la Federación, profesionales de las ciencias del deporte, afición, etc. No pretendo aquí realizar tal análisis. En cambio, haré un ejercicio más sencillo a partir de poner sobre la mesa un hecho muy actual que considero que cabe perfectamente con esta temática. Me refiero a la iniciativa por abolir la liga de Ascenso MX. En concreto, ¿desaparecer esta liga es una medida que no viola en lo absoluto los estatutos de la FIFA, los valores del juego limpio y los derechos humanos de los jugadores?

Para que este ejercicio valga la pena, será necesario respaldar mis argumentos, para evitar caer en los apasionamientos y opiniones sin fundamento en los que han caído tantas opiniones que se han generado alrededor del tema en escrutinio durante los últimos meses. Así que como punto de partida, vayamos a los estatutos de la FIFA en su carácter de órgano rector, pues cualquier violación a tales estatutos la obligaría a tomar cartas en el asunto. En el apartado de disposiciones generales (página 6) menciona como uno de sus objetivos:

“Promover la integridad, el comportamiento ético y la deportividad con el fin de impedir que ciertos métodos o prácticas, tales como la corrupción, el dopaje o la manipulación de partidos, pongan en peligro la integridad de partidos, competiciones, jugadores, oficiales y federaciones miembro o den lugar a abusos en el fútbol asociación.”

Aquí un primer punto de análisis: ¿Imponer sobre la marcha (cuando el torneo aún está en disputa) la decisión de abolir la liga de Ascenso MX, y de paso eliminar la opción de ascenso y descenso, sin justificar la razón por la que supuestamente no están certificados los clubes, se puede considerar una acción ética, íntegra y en respeto a la deportividad?

En el mismo documento de estatutos, más adelante se habla del ascenso y descenso de categoría (página 73). A la letra dice:


“El derecho de los clubes a participar en campeonatos nacionales derivará, en primer lugar, de los resultados meramente deportivos. La clasificación por méritos deportivos para un determinado campeonato nacional se alcanzará mediante la permanencia, el ascenso o el descenso al final de la temporada deportiva.”


Así, eliminar la categoría de ascenso viola un derecho de los clubes para disputar un lugar en la primera división, y elimina también el derecho a que los clubes de la Liga MX se ganen deportivamente su permanencia.

Este tema se vuelve muy delicado ya que afecta tanto los intereses de los clubes así como -sobretodo- la carrera profesional de muchos jugadores. En tanto profesión, el fútbol es para muchos jugadores, entrenadores y demás profesionales involucrados, el único medio de supervivencia que poseemos. Y erradicar de tajo el trabajo como fuente de ingresos es un tema que raya en una violación a los derechos humanos. Nuevamente, este punto compete directamente a la FIFA, que en sus estatutos (página 7) establece:

"La FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos."




De hecho, en su Política de Derechos Humanos (ver documento arriba mencionado) se explicita el reconocimiento que hace la FIFA a los dictámenes de la Organización Internacional del Trabajo (página 23):

"En su compromiso, la FIFA se adhiere a todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente, incluidos los que recogen la Carta Internacional de Derechos Humanos (que comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento."

Finalmente (y como resumen de lo que he comentado hasta aquí) este mismo documento engloba los derechos de los jugadores de la siguiente manera (página 26):

"Derechos de los jugadores: en las trayectorias de los futbolistas profesionales, a menudo efímeras, los derechos humanos de los jugadores pueden verse expuestos a ciertos riesgos, en particular, en lo concerniente a sus condiciones laborales y traspasos. Dichos riesgos incluyen el pago puntual de salarios, el dopaje y el amaño de partidos. Asimismo, el intenso deseo de convertirse en futbolista profesional y el atractivo de los ingresos económicos pueden generar un caldo de cultivo para las consecuencias negativas sobre los derechos humanos, sobre todo en lo tocante a la trata u otros asuntos relacionados con los menores. La FIFA está comprometida a ayudar a proteger los derechos de los futbolistas; continuará evaluando la normativa y los procesos existentes y, de ser preciso, se planteará adoptar medidas adicionales para abordar los riesgos correspondientes." 

A partir de lo anterior (y sin mencionar además el impacto negativo en la estabilidad emocional de los jugadores y sus familias) opino que no hay argumentos válidos para sostener la medida de abolir la liga de Ascenso MX. Además, sostengo que no solo la FIFA tiene injerencia para intervenir en este asunto sino que también es un tema que compete a instancias nacionales tales como la Secretaría del Trabajo (STPS) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Más aún, si se suple la liga de ascenso con una liga “de desarrollo” en la cual no tengan cabida jugadores mayores de 23 años, entonces también habría que conocer la opinión de la Comisión Nacional para prevenir la Discriminación (CONAPRED). Cabe señalar que este último organismo ya antes ha señalado la discriminación en los deportes (ver documento https://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Deportes%20y%20Discriminacion-Ax.pdf).

Todo este ejercicio de argumentación no tiene mayor ciencia. Basta con revisar los documentos que he mencionado y darle un poco de orden a las ideas. En cambio, lo complicado es entender las razones por las que surgió la iniciativa de abolir el ascenso. ¿Qué motiva a un directivo del fútbol a defender una idea cuando dicha idea puede atentar contra los propios jugadores? ¿acaso no se supone que un cargos directivo encuentra su razón de ser en la búsqueda de la prosperidad del gremio al que representa?

Estas preguntas llevan esta reflexión al campo del liderazgo. El directivo de cualquier industria debe de cumplir con un perfil demostrado de liderazgo y ejercerlo a favor de la gente a quien lidera. Sin embargo, este principio no siempre se respeta. Al parecer y bajo ciertas circunstancias, el tener cierto poder sobre otros a veces ayuda y a veces perjudica. Esa es la razón por la que el tema del liderazgo ha sido objeto de innumerables estudios. ¿Todo mundo puede ser un buen líder? ¿qué se requiere para serlo? ¿el rol de líder puede corromper a la gente?

Aunque abundan los estudios sobre los temas de liderazgo y poder, aquí me referiré a uno en particular que me resulta muy ilustrativo. Me refiero al experimento conocido como la cárcel de Stanford, realizado por el investigador Philip Zimbardo. A principios de la década de los 70´s, Zimbardo invitó a jóvenes universitarios a participar en un estudio sobre el comportamiento de la gente en un ambiente de confinamiento y sumisión. Algunos de los participantes representarían un rol de guardias en una prisión simulada, y los demás actuarían como presos. Los “guardias” tenían libertad de dar un trato a los “presos” según lo consideraran conveniente. Se observó que, con el paso de los días, los guardias desarrollaban comportamientos cada vez más sádicos y humillantes hacia los presos, al grado tal que el experimento tuvo que ser detenido (puede ver un documental al respecto en https://www.youtube.com/watch?v=pQwDJ3oDDVA).

                                                

Zimbardo publicó un libro para describir su experimento, que llevó el título de “El Efecto Lucifer”. De acuerdo al autor, las condiciones tuvieron un gran efecto sobre el comportamiento de los guardias. Bajo las condiciones adecuadas (tener control absoluto de la situación) una persona sana puede adoptar comportamientos dañinos, abusivos e insensibles contra otra.

                                                            

Obviamente que los resultados de cualquier experimento social deben de interpretarse con cautela y no sacar conclusiones precipitadas. Pero, sin duda, el experimento de la cárcel de Stanford nos deja mucho en qué pensar. Sobretodo si recordamos la enorme cantidad de casos de gente con autoridad que, a través de la historia, literalmente ha abusado de su poder sobre otros. Claro que también sabemos de gente que ha utilizado su posición de poder para ayudar y construir la sociedad. Así que aún queda mucho por conocer respecto a lo que lleva a una persona a abusar o vigilar de los derechos de otra, a ser un buen o mal líder. Tal vez no se trate solamente de poseer el poder sino que también se deban de cumplir otras condiciones.

De ahí la importancia de cuestionarnos si los mecanismos que tenemos para elegir a nuestros líderes son lo suficientemente sensibles como para detectar realmente quién puede con el cargo. Después de todo, ¿qué instancia certifica hoy en día que quien ocupa un cargo directivo en nuestro fútbol realmente vea por los intereses de todos?

El fútbol es un deporte democrático que hasta Lucifer tiene derecho a jugarlo. Pero si quiere dirigirlo, primero evaluemos otras opciones, no olvidemos que el fútbol nos pertenece a todos.


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José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).