El derecho al deporte y el desarrollo humano

EL DERECHO AL DEPORTE Y EL DESARROLLO HUMANO
Psic. José Manuel Sánchez D.
 
Hace algunas semanas se acaba de publicar en el Diario Oficial de la Federación de nuestro país (México) la Ley de Cultura Física y  Deporte. Desde mi punto de vista este hecho ha marcado un precedente de gran magnitud que quiero resaltar. Cuando una actividad que actualiza las facultades humanas -a la que sólo se le atribuía un carácter opcional o incluso de ocio- pasa a ser considerada un derecho, merece la pena un comentario.

En México como en muchos otros países la actividad física ha sido históricamente considerada por las instituciones públicas como un artefacto de segunda necesidad. Esa es una triste realidad. Y es triste porque ese calificativo parece revelar la ignorancia sobre un tema a mi parecer tan trascendente como lo es el “Desarrollo Humano”. El Desarrollo Humano (DH) es sin lugar a dudas un tema amplio en la literatura psicológica contemporánea pues se le considera como uno de los fines hacia los cuales habría de dirigirse la cultura. Esta corriente de pensamiento tuvo sus orígenes teoréticos en las propuestas Humanistas a partir de los cuales se popularizaron conceptos como autoestima, potencial, superación, etc., desafortunadamente tan desgastados por su uso común y poco riguroso. En el fondo, el DH apunta a fomentar el óptimo desarrollo psicológico de una persona.
Sin embargo, aunque opino que el DH es un concepto muy útil en nuestras reflexiones psicológicas y sobretodo antropológicas, creo que es un concepto que amerita revisión por lo menos en lo que respecta a la relación que tiene con la actividad física. Ciertamente una revisión conceptual rigurosa rebasa los límites de este breve escrito, pero me concretaré solo en un par de puntos.
El primero hace referencia a “lo humano”. ¿Qué es “lo humano”? ¿a partir de qué calificamos a un objeto como “humano”? Estas preguntas carecen de respuestas sencillas, y dudo que siquiera podamos formular alguna de consenso universal. Sin embargo, sí estamos en condiciones de afirmar que “lo humano” no se refiere solamente a las percepciones subjetivas que una persona posea de sí. Ser “humano” no es solamente poseer pensamientos, sensaciones o percepciones del tipo que poseen los humanos en general, sino además poseer cuerpos, movimientos, actitudes, olores, sabores, dimensiones físicas, origen, naturaleza, formas, consistencias y demás elementos humanos. “Ser humano” es tener cabida en todas esas clases.
En cambio, parece que el DH es muchas veces entendido como el desarrollo “preferente” de cualidades de conciencia o pensamiento. Creo que esto es un error, o más bien, una concepción reductiva del “amplio” concepto de DH. Esta concepción reductiva es similar a la que apreciamos en varios reportajes a personajes públicos del espectáculo. Muchas de esas entrevistas se anuncian como “el lado humano del artista”, o frases por el estilo, y en ellas se observa al personaje en cuestión hablando de su vida privada, de su familia, de sus temores, etc. Como si su “lado humano” radicara en estas dimensiones de su vida social y en consecuencia su vida profesional sobre el escenario pasara a formar parte de otra categoría. Pero entonces, ¿no es de humanos el desempeño y talento artístico?
Para mí es tan “humano” lo uno como lo otro, las vivencias de la vida familiar como de la vida profesional. Así ocurre con el concepto de DH. Lo humano no es solamente lo que hace referencia a la “vida mental” del individuo sino a todo lo que compete a las distintas categorías que ya señalé. Para mí, es tan humano el pensamiento racional como el tener una nariz (humana),  un dolor de garganta, o un proceso digestivo.
El segundo punto tiene que ver con el “Desarrollo”. Si ya dije que “lo humano” se refiere a toda una gama de dimensiones, entonces, ¿cómo se desarrolla? Esta es una pregunta fundamental. Los procesos de desarrollo involucran el ejercicio de los elementos en cuestión y tienen como resultado su arribo a un “estado” posterior. Por supuesto el desarrollo no es solo el producto del ejercicio sino además del estado de maduración del sistema del que se esté hablando. El caso es que a partir de estas ideas, sostendré que el DH involucra indiscutiblemente el ejercicio de todo aquello a lo que hemos calificado de “humano” y ello incluye el cuerpo y su movimiento.
Opino que el movimiento es una condición necesaria e imprescindible para el DH. El DH va de la mano del desarrollo de las cualidades y capacidades psicomotrices y para mí es insostenible proponer el uno sin el otro. Mi argumento es que a través del desarrollo motor el individuo fomenta su propio DH.
Por supuesto el movimiento ocurre a lo largo de una dimensión que va de una mayor a menor expresión y  es obvio que no todos los seres humanos tenemos las mismas capacidades motrices. ¿Y qué pasa con las personas carentes de movimiento? ¿No están sujetas al DH? Pongamos un caso extremo para esta interesante cuestión. Stephen Hawking es un mundialmente reconocido científico británico. Sus investigaciones y aportes a la ciencia han sido tan sustanciales que cualquiera diría que es un hombre completamente realizado que ha logrado desarrollar al máximo su potencial. Este hombre padece una limitación motora casi total. Vive sobre una silla de ruedas incapaz de mover sus miembros, tronco o cabeza. Y sin embargo ha logrado el éxito que muchos soñarían. ¿Entonces el movimiento no es una condicionante para el DH?
De acuerdo a los datos que poseo, el Dr. Hawking no nació en esa condición de inmovilidad. Fue perdiendo las funciones en el curso de su crecimiento, por lo que entonces el desarrollo de muchas de sus cualidades racionales y afectivas podrían atribuirse a su movimiento temprano. De hecho, opino que gran parte de sus bases intelectuales fueron establecidas en sus primeros años y que no hubiera sido “el mismo” científico prolífico si de nacimiento hubiera padecido su enfermedad. Por lo menos no me parece una hipótesis tan descabellada. Pero además aún en su progresiva incapacidad corporal ha logrado mantenerse móvil por lo que después de todo el movimiento no se ha excluido de su vida. El Dr. Hawking ha sido un activo profesor y conferencista que va de un lugar a otro y eso le permite seguir estimulando de manera constante sus áreas corticales sensoriales. Entonces, aún a costa de su inmovilidad muscular, ha continuado su “ejercicio cerebral”. De esta manera, opino que un personaje como el Dr. Hawking no está exento a su necesidad de movimiento sino que solamente ha suplantado el  movimiento que su cuerpo no genera por movimiento externamente generado. 
En un individuo que posea un sistema músculo-esquelético funcional, la necesidad de movimiento es obvia. Los músculos, las articulaciones, y los circuitos neurales necesitan ejercitarse. Y es tal ejercicio el que fomenta el equilibrio del sistema: nos movemos para conseguir nuestro alimento, para abrigarnos, para evacuar desechos, etc. Pero más aún, el movimiento también “alimenta” y actualiza la noción que un individuo construya de sí mismo.  No nos evaluamos de la misma forma a nosotros mismos si nos sabemos capaces o incapaces de intentar dar un salto, caminar, correr, luchar, sostener, etc. Por supuesto, el sabernos capaces de  valernos por nosotros mismos ("motrizmente" hablando) nos acarrea una sensación de mayor bienestar y conformidad.
Por lo tanto, opino que el movimiento y su manifestación a través de actividades organizadas y reguladas como el deporte es un mecanismo imprescindible para el desarrollo del individuo. El deporte permite una oportunidad maravillosa de autodescubrimiento y de autovaloración. Resulta por demás alarmante, que apenas hasta este siglo consideremos que los ciudadanos tenemos DERECHO a actividades de este calibre. Pero como reza el dicho, “más vale tarde que nunca”. 

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