El retorno psicológico

EL RETORNO PSICOLÓGICO
Retos que enfrentarán los deportistas al término de la pandemia 
José M. Sánchez


La llegada del coronavirus (COVID-19) trajo cambios en todas las esferas de la actividad humana en el mundo. Y obviamente que el deporte no fue la excepción. Tan pronto como las autoridades nacionales e internacionales emitieron las alertas, se canceló toda actividad deportiva de competencia o entrenamiento. Y aunque los atletas han visto la manera de improvisar sus propias áreas de entrenamiento en casa, el estado de forma física para competir no es el mismo que tenían cuando aún se preparaban en sus respectivos centros de entrenamiento. ¿Y qué pasa con su estado psicológico?     

La cuarentena ha tenido importantes efectos también a nivel psicológico. Por un lado, el encierro ha generado algunos beneficios como por ejemplo que los deportistas lesionados dispongan de un mayor tiempo de recuperación o que quienes regularmente no pasaban tanto tiempo con la familia ahora puedan hacerlo. Y también están los casos de deportistas que reconocen que toda esta situación les ha ayudado a valorar muchas de las cosas que tienen en su vida como por ejemplo la salud, el tener un contrato vigente, la relación con los compañeros, etc. Visto desde esta perspectiva, la cuarentena no parece algo tan malo.      


Sin embargo, tanto tiempo de espera e incertidumbre sobre el regreso, sin mencionar las preocupaciones por la salud de sus seres queridos, han generado también síntomas de estrés y depresión en más de uno. De hecho, diversos organismos nacionales e internacionales (como por ejemplo la Sociedad Internacional de Psicología del Deporte) han tomado cartas en el asunto generando y difundiendo información sobre diversas estrategias psicológicas para llevar de la mejor manera el encierro.   

Pero el reto psicológico derivado de la pandemia es doble. En primer lugar, mantener una adecuada estabilidad emocional durante la cuarentena. Y en segundo lugar, regresar de la mejor manera cuando se autorice el regreso a la actividad. Hoy ya no acercamos -por fin- a ese escenario. 

Desde un punto de vista psicológico, ¿cómo regresarán los deportistas a sus actividades? Definitivamente que van a regresar felices si es que el COVID-19 no golpeó a su familia. Regresarán con buen ánimo y la mejor disposición para entrenar de nuevo, con nuevos bríos y pensando en sus metas para las próximas competiciones. Todo esto está muy bien, pero esa moneda también tiene dos caras. Específicamente, la autoconfianza estará muy debilitada porque ellos saben que físicamente no se encuentran a su 100% y que no traen ritmo de competencia. Aunado a lo anterior también puede haber un temor al contagio tal y como lo han manifestado abiertamente ciertos clubes de fútbol que se oponen al regreso inmediato a sus ligas.     


Por lo tanto, es claro que será fundamental vigilar y tomar medidas de apoyo psicológico tan pronto como regresemos a la actividad regular en nuestra vida deportiva. En lo referente al tema de la autoconfianza, los entrenadores (apoyados por los psicólogos de su equipo de trabajo) deberán de llevar poco a poco a los deportistas para que logren “desempolvar” -tan rápido como sea posible- los circuitos neuromotores que controlan sus gestos técnicos. Esto llevará su tiempo pero no será tan difícil gracias a la “memoria muscular”. En todo caso, lo más complicado será ayudar al deportista a que recobre su identidad. No olvidemos que, dependiendo del nivel al que compiten, los deportistas depositan su valor como personas en su carrera deportiva. Me refiero a que tienen tan integrado el deporte en sus vidas que si el deporte desaparece ellos lo hacen también. Esa es la razón por la que tantos deportistas en retiro caen en depresión, ya que no se ven en otros escenarios y sienten que no “encajan” en otro lugar. Además, poco a poco notan que el reconocimiento público ya no es el mismo y eso puede hacerlos sentir que no valen lo que antes valían. 

¿Cómo se ayuda a recuperar la identidad a un deportista que dejó de serlo durante la cuarentena? Será necesario darles un “baño de recuerdos” con videos y actividades en grupo para que renazca el sentido de identidad nuevamente. Retomar las estadísticas de cada uno para recordarles el nivel en el que se encontraban y lo que se espera de cada uno de ahora en adelante. Finalmente, hacerles saber que el club y la afición los necesitan y respaldan como antes. Cuando uno siente que otros aún lo necesitan, es más fácil que uno recuerde quién es realmente.     

Este tema de la identidad me resulta muy interesante, independientemente de la pandemia, ya que siempre nos deja buenas reflexiones. ¿Realmente es bueno que alguien se vea a sí mismo solamente bajo la careta del rendimiento deportivo? El rendimiento deportivo solamente es la evidencia de que eres bueno en una faceta de la vida, pero la vida es algo mucho más grande. Por ello, considero que resulta esencial que ayudemos a nuestros deportistas a verse a sí mismos como seres integrales que, aunque son muy buenos en su deporte, también pueden - y deben- expandirse en otros ámbitos de su vida. Si ellos también logran explorar otros entornos, y adquirir conocimientos en otras áreas de la vida, entonces tendrán una visión mucho más amplia de sí mismos y no se verán moralmente abatidos cuando llegue la hora del retiro definitivo.   

¿Quieres saber más? Escribe a info@depsic.com

José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).

Twitter: @josemapsic

¿El mundo estaría mejor sin mi?

¿EL MUNDO ESTARÍA MEJOR SIN MI?
Reflexiones en torno a la ideación suicida
José M. Sánchez


Cuando cursaba la carrera de Psicología en la Universidad tuve oportunidad de hacer visitas de estudio a diferentes instituciones con la finalidad de estudiar el comportamiento de las personas en diferentes ambientes. Una de las visitas que más me impactaron fue la que hicimos al Hospital de Neuropsiquiatría. Cuando apenas eres aprendiz en el complejo mundo del comportamiento humano, acudes a una visita como esa sin tener muy claro qué es lo que debes observar, e incluso con un velo de temor respecto a lo que se dice de los internos de esas instituciones en pláticas informales. 

Un paciente psiquiátrico es una persona que bien puede mostrar algunos comportamientos semejantes a los del ciudadano común, pero que igualmente actúa de formas peculiares no convencionales como por ejemplo hablar solo, orinarse en su ropa, fijar la mirada en alguien, etc. Esta característica es la que los hace ver como “raros” ante la ciudadanía. El paciente psiquiátrico es relegado de la sociedad porque no se comporta como la mayoría. 


Cuando estás acostumbrado a vivir bajo las normas de una sociedad (así como la gran mayoría de nosotros) te llama fuertemente la atención que una persona pueda actuar de manera no convencional, incluso violando tales reglas en presencia de otros y no verse inmutada en lo más mínimo. ¿Cómo es posible que una persona no de señales de sentirse apenada por comportarse de manera anormal aún ante la mirada de los demás?

Una posible explicación es la de que dichas personas padezcan de una alteración de conciencia, esto es, que por alguna razón no sean capaces de darse cuenta de sus propios actos. Esta explicación me llevó a interesarme por el tema de la conciencia humana. Y  rápidamente me di cuenta de que se trata de un tema muy complejo, pero apasionante. ¿Qué es eso que llamamos “conciencia”?, ¿el tener conciencia nos da o nos quita derechos para actuar a nuestra manera?

No es sencillo definir qué es la conciencia, pero podemos hacer el ejercicio de aproximarnos a ese concepto refiriéndonos a un experimento con niños pequeños que se realizó hace algunos años. Una madre se colocaba frente a un espejo con su hijo menor de dos años sentado sobre sus piernas. Ambos observaban su reflejo en el espejo. Luego, la madre distraía al pequeño y le ponía una pequeña mancha de pintura en la nariz. A continuación la madre hacía que el niño nuevamente observara su reflejo en el espejo. ¿Cómo reaccionaba el pequeño? 


Los investigadores que idearon este experimento supusieron que el niño notaría la mancha en la nariz, pero se preguntaban si trataría de tocarla en el reflejo o en su propia cara. Si el niño tratara de tocarla en el reflejo entonces podríamos concluir que el niño “piensa” que su reflejo es otro niño. En cambio, si se tocara su propia nariz, sería un indicador de que el niño “sabe” que el reflejo que observa se trata de si mismo. Pues bien, los niños que participaron en este experimento efectivamente se tocaron su propia nariz cuando notaron que tenían una mancha. Por lo tanto, niños muy pequeños dan muestras de que se reconocen a sí mismos. 
           
Este tipo de ingeniosos experimentos nos dan pistas para aproximarnos al concepto de conciencia. Primero, decimos que una persona tiene conciencia cuando se encuentra despierta (en estado de alerta o vigilia) y además es capaz de reconocer a las personas y sitios en que se encuentra. Y en segundo lugar, decimos que una persona tiene autoconciencia cuando es capaz de reconocerse a sí misma. Esto es, no solo saber que los demás existen sino que ella misma existe también. 
   
Al parecer, la autoconciencia no se adquiere inmediatamente al nacer, sino que requiere de un proceso de maduración. En otras palabras, no tenemos evidencia para suponer que un bebé recién nacido tenga conciencia de sí mismo. En cambio, los experimentos de los niños frente al espejo nos indican que niños de alrededor de dos años ya dan señales de una cierta forma de autoconciencia. Luego, conforme transcurre el tiempo y el niño crece, es claro que su conciencia de sí mismo mejora paulatinamente.

Como psicólogo, me interesa el tema de la autoconciencia sobre todo desde dos puntos de vista. Primero, ¿influyen sobre nuestra autoconciencia las personas que nos rodean? y segundo, ¿repercute la autoconciencia sobre nuestros derechos para tomar decisiones? 

Respecto a la primera pregunta, estoy convencido de que el trato que recibimos de los demás contribuye enormemente a desarrollar el sentido de autoconciencia. Un niño normal, desde que comienza a tener cierto control sobre su mirada, siempre busca mirar a los ojos a quienes lo cuidan. Y si a cambio recibe también una mirada, entonces se comienzan a sentar las bases para que tome conciencia de sí. A partir de ese momento, cada vez que se le da un nombre que lo distingue de los demás, cada vez que recibe atención, cada vez que recibe contacto físico, etc., su sentido de autoconciencia se irá fortaleciendo. Finalmente, si el pequeño recibe un trato cariñoso y de cuidado, entonces no solamente se dará cuenta de que existe sino también de que es alguien querido y valioso para quienes lo rodean. Ya dependerá del trato que reciba posteriormente de parte de compañeros de escuela, maestras, vecinos, novio(a), jefes de trabajo, etc., para que esa imagen de ser alguien valorado se mantenga o se modifique. 


Respecto a mi segunda pregunta, la de los derechos para tomar decisiones, opino que así es. Tan pronto como tomamos conciencia de que somos un individuo semejante a los otros que nos rodean, también comenzamos a entender que tenemos derechos, y que podemos exigirlos. Así, un niño se molesta si otros quieren agarrar “su” juguete ya que solo le pertenece a él, o una niña se pone celosa del vestido nuevo de su hermana y reclama su derecho para estrenar también.

Y me parece muy sano que niñas y niños aprendan que tienen derechos, y que aprendan también a ejercerlos. Sin embargo, el tema de la autoconciencia y los derechos personales se complica cuando crecemos. El tener conciencia de que existimos y de que somos seres iguales a otros, ¿nos da derecho a hacer cualquier cosa que queramos con nuestra vida?

Hoy en día existe un debate internacional respecto a la eutanasia. Los médicos no se ponen de acuerdo si es conveniente ayudarle a morir a un enfermo que desea acabar con su vida. El enfermo puede argumentar que es su derecho ya que a final de cuentas se trata de su vida. Y en eso tiene razón. Sin embargo, estas situaciones suele ocurrir solo con ciertos enfermos, no con todos. Particularmente, el deseo de morir lo tienen enfermos terminales o aquéllos que sufren dolor o quienes dada su condición han caído en depresión. En cambio, enfermos que pueden tener una cura, que no sufren dolores insoportables y que no padecen depresión, ellos no quieren morir, al contrario, luchan por su vida. 

¿Y qué pasa con las personas sanas que también han pensado en quitarse la vida? En los casos de personas que no tienen alguna enfermedad terminal, y que aún así han tenido ideas suicidas, creo que pueden ocurrir dos cosas. Primero, que padezcan algún trastorno psiquiátrico y que escuchen voces en su cabeza diciéndoles que se hagan daño. Esas “voces” se conocen como alucinaciones auditivas y son comunes en la esquizofrenia. Afortunadamente existen tratamientos para ayudar a esas personas. Por otro lado, si la persona que piensa en quitarse la vida no tiene un trastorno psiquiátrico entonces creo que el problema se relaciona precisamente con su autoconciencia. En otras palabras, tal vez tiene una conciencia de sí misma distorsionada. Me refiero a que esa persona sabe que existe pero, por alguna razón, considera que no debería de existir. ¿Cuál puede ser esa razón?

Como ya antes lo dije, nuestra autoconciencia depende mucho del trato que recibimos de los demás. Si el trato es bueno, andaremos por el mundo tranquilos con nosotros mismos. Pero si el trato no es bueno entonces sentiremos que no valemos, que no merecemos estar aquí o que no tiene caso seguir adelante. 

Afortunadamente, este tipo de creencias pueden ser modificadas con ayuda profesional. Muchas veces, una sola plática ayuda para comenzar a darnos cuenta que ese tipo de ideas no valen la pena. Por eso, te recuerdo que tú tienes derecho a decidir sobre tu vida pero también tienes derecho a recibir la ayuda que necesites para salir adelante. En cambio, creo que nada te da derecho a provocarle un gran dolor a la gente que te quiere. Ellos quieren verte bien, y tienen derecho a ser felices contigo. 

¿Quieres saber más? Escribe a info@depsic.com


José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).

Twitter: @josemapsic

¿Puede Lucifer jugar fútbol?


¿PUEDE LUCIFER JUGAR FÚTBOL?
(Reflexiones sobre la abolición del Ascenso MX) 
José M. Sánchez  


La selección de fútbol femenil de E.U. acaba de perder hace pocos días una demanda que interpuso para reclamar mejores condiciones laborales. Mientras que sus logros deportivos superan a los del representativo varonil de aquél país, los sueldos y condiciones generales de trabajo reflejan una disparidad considerable. No obstante, este revés no parece desanimarlas, o al menos no como para impedir que dejen de pelear por lo que creen que es justo. Ese es el mensaje de batalla que lanza su capitana (Megan Rapinoe) en twitter: “no dejaremos de luchar” (ver la nota en https://www.infobae.com/america/deportes/2020/05/02/reves-para-la-seleccion-femenina-de-estados-unidos-un-juez-desestimo-su-demanda-por-pago-igualitaro). 


El problema de la falta de equidad y de discriminación entre seres humanos ha sido un vestigio que la humanidad no ha podido erradicar. Y el fútbol no ha estado exento. Tristemente, son innumerables los casos de futbolistas en todo el mundo que por razones de credo, ideología política, raza, condición social o preferencia sexual, han sufrido vejaciones y ataques a su persona (ver una nota al respecto en (https://elpais.com/tag/c/b44df67424cc7c642b5eb5100fec66ab).

Afortunadamente, el mundo parece sensibilizarse cada vez más a estos temas. Y muestra de ello es que hoy en día ya se toman medidas que años atrás no existían. Lógicamente, para que tales medidas existan y se respeten deben de ser generadas por instancias institucionales reconocidas a nivel mundial, y luego ser apoyadas por las instituciones que rigen en cada Estado. En el caso del fútbol, la máxima autoridad mundial es la FIFA, y las instancias locales son las Federaciones de cada país.




¿Cumple la FIFA con su responsabilidad para erradicar los abusos en el fútbol mundial? En principio, cumple desde un punto de vista formal, al manifestar públicamente su interés por promover:

a) los valores humanos (ver el documento de estatutos de la FIFA https://resources.fifa.com/image/upload/the-fifa-statutes-2018.pdf?cloudid=azwxwekfmx0nfdixwv1m), 
b) equidad y democracia (ver el documento oficial de la FIFA en su visión 2020-2023 https://resources.fifa.com/image/upload/making-football-truly-global-the-vision-2020-2023.pdf?cloudid=gxcoueiwyclxqf7evwzs) y
c) derechos humanos de los futbolistas (ver el documento oficial de políticas de derechos humanos de la FIFA en su edición 2017  (ver https://resources.fifa.com/mm/document/affederation/footballgovernance/02/89/33/12/fifashumanrightspolicy_neutral.pdf). 


Además de contar con iniciativas para velar por la salud mental de los mismos (ver los siguientes enlaces https://es.fifa.com/who-we-are/news/educacion-y-concienciacion-claves-para-mejorar-la-salud-mental-en-el-futbol, y https://es.fifa.com/news/la-salud-mental-toma-el-protagonismo-en-inglaterra).

No obstante, sabemos que una cosa es cumplir formalmente con una responsabilidad, y otra es cumplir operativamente. Me refiero a la distinción entre escribir en papel una sana intención vs llevarla a la práctica. Y dada la estructura organizacional del fútbol mundial, son las Federaciones las que tienen la obligación de operar lo que la FIFA propone y exige, en su carácter de órgano rector en la materia. Este carácter de obligatoriedad al que están sujetas las Federaciones está establecido en los estatutos a los que ya me he referido antes, al menos si desean ser reconocidas oficialmente como tales.

¿En el fútbol mexicano se vigilan, respetan y promueven los valores de equidad y respeto a los derechos humanos de los futbolistas que la FIFA formalmente defiende? O por el contrario, ¿existe abuso, discriminación y arbitrariedad en el trato que reciben?

Estas preguntas ameritan un análisis serio y minucioso que involucre a los diferentes actores que juegan un papel en la industria del fútbol, tales como jugadores, cuerpos técnicos, presidentes y dueños de equipos, representantes de la Federación, profesionales de las ciencias del deporte, afición, etc. No pretendo aquí realizar tal análisis. En cambio, haré un ejercicio más sencillo a partir de poner sobre la mesa un hecho muy actual que considero que cabe perfectamente con esta temática. Me refiero a la iniciativa por abolir la liga de Ascenso MX. En concreto, ¿desaparecer esta liga es una medida que no viola en lo absoluto los estatutos de la FIFA, los valores del juego limpio y los derechos humanos de los jugadores?

Para que este ejercicio valga la pena, será necesario respaldar mis argumentos, para evitar caer en los apasionamientos y opiniones sin fundamento en los que han caído tantas opiniones que se han generado alrededor del tema en escrutinio durante los últimos meses. Así que como punto de partida, vayamos a los estatutos de la FIFA en su carácter de órgano rector, pues cualquier violación a tales estatutos la obligaría a tomar cartas en el asunto. En el apartado de disposiciones generales (página 6) menciona como uno de sus objetivos:

“Promover la integridad, el comportamiento ético y la deportividad con el fin de impedir que ciertos métodos o prácticas, tales como la corrupción, el dopaje o la manipulación de partidos, pongan en peligro la integridad de partidos, competiciones, jugadores, oficiales y federaciones miembro o den lugar a abusos en el fútbol asociación.”

Aquí un primer punto de análisis: ¿Imponer sobre la marcha (cuando el torneo aún está en disputa) la decisión de abolir la liga de Ascenso MX, y de paso eliminar la opción de ascenso y descenso, sin justificar la razón por la que supuestamente no están certificados los clubes, se puede considerar una acción ética, íntegra y en respeto a la deportividad?

En el mismo documento de estatutos, más adelante se habla del ascenso y descenso de categoría (página 73). A la letra dice:


“El derecho de los clubes a participar en campeonatos nacionales derivará, en primer lugar, de los resultados meramente deportivos. La clasificación por méritos deportivos para un determinado campeonato nacional se alcanzará mediante la permanencia, el ascenso o el descenso al final de la temporada deportiva.”


Así, eliminar la categoría de ascenso viola un derecho de los clubes para disputar un lugar en la primera división, y elimina también el derecho a que los clubes de la Liga MX se ganen deportivamente su permanencia.

Este tema se vuelve muy delicado ya que afecta tanto los intereses de los clubes así como -sobretodo- la carrera profesional de muchos jugadores. En tanto profesión, el fútbol es para muchos jugadores, entrenadores y demás profesionales involucrados, el único medio de supervivencia que poseemos. Y erradicar de tajo el trabajo como fuente de ingresos es un tema que raya en una violación a los derechos humanos. Nuevamente, este punto compete directamente a la FIFA, que en sus estatutos (página 7) establece:

"La FIFA tiene el firme compromiso de respetar los derechos humanos reconocidos por la comunidad internacional y se esforzará por garantizar el respeto de estos derechos."




De hecho, en su Política de Derechos Humanos (ver documento arriba mencionado) se explicita el reconocimiento que hace la FIFA a los dictámenes de la Organización Internacional del Trabajo (página 23):

"En su compromiso, la FIFA se adhiere a todos los derechos humanos reconocidos internacionalmente, incluidos los que recogen la Carta Internacional de Derechos Humanos (que comprende la Declaración Universal de los Derechos Humanos, el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos y el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales) y la Declaración de la OIT relativa a los principios y derechos fundamentales en el trabajo y su seguimiento."

Finalmente (y como resumen de lo que he comentado hasta aquí) este mismo documento engloba los derechos de los jugadores de la siguiente manera (página 26):

"Derechos de los jugadores: en las trayectorias de los futbolistas profesionales, a menudo efímeras, los derechos humanos de los jugadores pueden verse expuestos a ciertos riesgos, en particular, en lo concerniente a sus condiciones laborales y traspasos. Dichos riesgos incluyen el pago puntual de salarios, el dopaje y el amaño de partidos. Asimismo, el intenso deseo de convertirse en futbolista profesional y el atractivo de los ingresos económicos pueden generar un caldo de cultivo para las consecuencias negativas sobre los derechos humanos, sobre todo en lo tocante a la trata u otros asuntos relacionados con los menores. La FIFA está comprometida a ayudar a proteger los derechos de los futbolistas; continuará evaluando la normativa y los procesos existentes y, de ser preciso, se planteará adoptar medidas adicionales para abordar los riesgos correspondientes." 

A partir de lo anterior (y sin mencionar además el impacto negativo en la estabilidad emocional de los jugadores y sus familias) opino que no hay argumentos válidos para sostener la medida de abolir la liga de Ascenso MX. Además, sostengo que no solo la FIFA tiene injerencia para intervenir en este asunto sino que también es un tema que compete a instancias nacionales tales como la Secretaría del Trabajo (STPS) y la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH). Más aún, si se suple la liga de ascenso con una liga “de desarrollo” en la cual no tengan cabida jugadores mayores de 23 años, entonces también habría que conocer la opinión de la Comisión Nacional para prevenir la Discriminación (CONAPRED). Cabe señalar que este último organismo ya antes ha señalado la discriminación en los deportes (ver documento https://www.conapred.org.mx/documentos_cedoc/Deportes%20y%20Discriminacion-Ax.pdf).

Todo este ejercicio de argumentación no tiene mayor ciencia. Basta con revisar los documentos que he mencionado y darle un poco de orden a las ideas. En cambio, lo complicado es entender las razones por las que surgió la iniciativa de abolir el ascenso. ¿Qué motiva a un directivo del fútbol a defender una idea cuando dicha idea puede atentar contra los propios jugadores? ¿acaso no se supone que un cargos directivo encuentra su razón de ser en la búsqueda de la prosperidad del gremio al que representa?

Estas preguntas llevan esta reflexión al campo del liderazgo. El directivo de cualquier industria debe de cumplir con un perfil demostrado de liderazgo y ejercerlo a favor de la gente a quien lidera. Sin embargo, este principio no siempre se respeta. Al parecer y bajo ciertas circunstancias, el tener cierto poder sobre otros a veces ayuda y a veces perjudica. Esa es la razón por la que el tema del liderazgo ha sido objeto de innumerables estudios. ¿Todo mundo puede ser un buen líder? ¿qué se requiere para serlo? ¿el rol de líder puede corromper a la gente?

Aunque abundan los estudios sobre los temas de liderazgo y poder, aquí me referiré a uno en particular que me resulta muy ilustrativo. Me refiero al experimento conocido como la cárcel de Stanford, realizado por el investigador Philip Zimbardo. A principios de la década de los 70´s, Zimbardo invitó a jóvenes universitarios a participar en un estudio sobre el comportamiento de la gente en un ambiente de confinamiento y sumisión. Algunos de los participantes representarían un rol de guardias en una prisión simulada, y los demás actuarían como presos. Los “guardias” tenían libertad de dar un trato a los “presos” según lo consideraran conveniente. Se observó que, con el paso de los días, los guardias desarrollaban comportamientos cada vez más sádicos y humillantes hacia los presos, al grado tal que el experimento tuvo que ser detenido (puede ver un documental al respecto en https://www.youtube.com/watch?v=pQwDJ3oDDVA).

                                                

Zimbardo publicó un libro para describir su experimento, que llevó el título de “El Efecto Lucifer”. De acuerdo al autor, las condiciones tuvieron un gran efecto sobre el comportamiento de los guardias. Bajo las condiciones adecuadas (tener control absoluto de la situación) una persona sana puede adoptar comportamientos dañinos, abusivos e insensibles contra otra.

                                                            

Obviamente que los resultados de cualquier experimento social deben de interpretarse con cautela y no sacar conclusiones precipitadas. Pero, sin duda, el experimento de la cárcel de Stanford nos deja mucho en qué pensar. Sobretodo si recordamos la enorme cantidad de casos de gente con autoridad que, a través de la historia, literalmente ha abusado de su poder sobre otros. Claro que también sabemos de gente que ha utilizado su posición de poder para ayudar y construir la sociedad. Así que aún queda mucho por conocer respecto a lo que lleva a una persona a abusar o vigilar de los derechos de otra, a ser un buen o mal líder. Tal vez no se trate solamente de poseer el poder sino que también se deban de cumplir otras condiciones.

De ahí la importancia de cuestionarnos si los mecanismos que tenemos para elegir a nuestros líderes son lo suficientemente sensibles como para detectar realmente quién puede con el cargo. Después de todo, ¿qué instancia certifica hoy en día que quien ocupa un cargo directivo en nuestro fútbol realmente vea por los intereses de todos?

El fútbol es un deporte democrático que hasta Lucifer tiene derecho a jugarlo. Pero si quiere dirigirlo, primero evaluemos otras opciones, no olvidemos que el fútbol nos pertenece a todos.


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José Manuel Sánchez es Mtro. en Psicología deportiva por la UNED y el Comité Olímpico Mexicano. Es director de Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC y conferencista. Actualmente coordina el área de Psicología del club Leones Negros de la UDG y es profesor de la Escuela Nacional de Directores Técnicos (ENDIT).



Universiada Nacional 2019: la clave será el factor psicológico

UNIVERSIADA NACIONAL 2019: LA CLAVE SERÁ EL FACTOR PSICOLÓGICO 
Psic. José Manuel Sánchez
Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC


Los años como estudiante universitario transcurren rápidamente. Un día ingresas a cursar tus estudios profesionales y un instante más tarde (si es que te aplicaste lo suficiente) ya tienes tu título en las manos. Son años en los que se van a sentar las bases sobre tu futuro profesional, dependiendo de los aprendizajes y hábitos que adquieras respecto al área del saber que hayas elegido. Y son al mismo tiempo años en los que se establecen numerosos vínculos afectivos con nuevos compañeros, maestros, e infinidad de personajes que vas conociendo en tu camino. ¿Cómo no se va a extrañar nuestra alma máter

Mi carrera como psicólogo deportivo la inicié precisamente en deporte universitario, específicamente con los selectivos de la Universidad Autónoma de Aguascalientes, mi antigua casa. Desde entonces me ha interesado de manera particular este sector deportivo, el estudiantil, desde el punto de vista de comprender los complejos procesos psicológicos que inciden en el rendimiento de los futuros profesionistas. 

Años más tarde, y después de navegar en deporte infantil y profesional, regresé al ambiente universitario como psicólogo de los selectivos de la Universidad de Guadalajara (mi tercera casa académica, ya que la segunda lo fue la Universidad Nacional de Educación a Distancia de Madrid). Lo que me resulta tan atractivo del deporte universitario es esa cierta dualidad en la evolución de los rasgos del desarrollo juvenil. Por un lado, es evidente que con el paso de los años y la evolución social los jóvenes avanzan en lo referente a información poseída, no solo de temas de preparación deportiva sino de cualquier ámbito. Pero al mismo tiempo se conservan muchas de las necesidades fundamentales en materia psicológica para el rendimiento (lo que conocemos como variables psicológicas), como lo son la necesidad de una autoconfianza plena, de comunicación, de concentración, de manejo del estrés, etc. 

El reto para el psicólogo deportivo que trabaja con estas edades es muy interesante dadas las características del sector estudiantil. Los jóvenes universitarios poseen una capacidad de entendimiento y análisis tan amplia que logran asimilar rápidamente la información que se les brinda, incluso la cuestionan muchas ocasiones. Obviamente que esto es muy positivo pues el pensamiento crítico que se fomenta en las universidades es un arma poderosa para abrirse camino en la vida. Por lo tanto el psicólogo debe de brindar información estimulante para que al atleta universitario le resulte atractiva la propuesta de trabajo psicológico que va a implementarse.   

Y al mismo tiempo, el psicólogo debe de tener la sensibilidad para identificar cómo transcurre el desarrollo psicológico de cada atleta en lo referente a cada una de las variables psicológicas de competencia a las que ya me he referido. Tomemos en cuenta que un estudiante puede poseer ese pensamiento crítico al que hice alusión antes, y sin embargo ser preso de su miedo al competir. O puede poseer cantidades enormes de información respecto al entrenamiento deportivo de actualidad y sin embargo no ser capaz de controlar su ira cuando su rival en turno lo “saca de quicio”. Mi intención al mencionar esta clase de ejemplos es la de ilustrar que el deporte universitario se conduce entre la sensatez de individuos académicamente preparados y la muchas veces irracional, visceral, incontrolable y errática respuesta emocional de esos mismos individuos al enfrentar situaciones de elevado estrés tales como una Universiada Nacional. 

Dado el impacto que las variables psicológicas tienen sobre el rendimiento deportivo estudiantil resulta llamativo que sólo algunos de los selectivos universitarios que acuden año tras año a la Universiada Nacional cuenten con un adecuado asesoramiento psicológico. No menosprecio el valioso trabajo de los entrenadores que “a su entender” buscan aportarles a sus deportistas herramientas psicológicas dentro de su plan de entrenamiento, pero considero es obvio que esos mimos entrenadores verían favorecido su empeño al contar con el asesoramiento de un psicólogo especializado en deporte, esto es, un profesional que cuente con preparación académica en psicología deportiva y que además tenga la experiencia de haber asesorado atletas y entrenadores. 

¿Y cómo debería de trabajar este profesionista? Los que alguna vez tuvimos vida universitaria sabemos que en esa etapa aún estamos en proceso de maduración emocional. El joven universitario ciertamente conoce sus cualidades pero aun no es capaz de regular sus reacciones ante la adversidad de manera óptima. Sumemos además que no es algo raro que los jóvenes deportistas acarreen sobre sus espaldas una serie de problemáticas académicas, familiares, económicas y de pareja que le dificultan su plena entrega a la preparación deportiva. 

Por lo tanto, el psicólogo deportivo será de gran ayuda al identificar en qué medida el deportista cree conocer sus propias cualidades y con qué recursos cuenta para enfrentar la adversidad. Así mismo, el psicólogo puede valorar el impacto que los problemas económicos y sociales tienen sobre el rendimiento de los deportistas para ayudar a quitarles (en la medida de lo posible) estas cargas adicionales que no les permiten enfocarse al cien por ciento en su preparación. 

Al menos en mi experiencia, los jóvenes universitarios son altamente receptivos a la ayuda psicológica siempre y cuando el psicólogo demuestre un compromiso real con ellos. Dicho sea de paso, el psicólogo para ganarse la confianza de los atletas deberá de estar ahí con ellos todo el tiempo, codo a codo, brindando el soporte que necesiten en su actuar cotidiano. Dejemos en el pasado la idea de que la intervención psicológica en el deporte se debería de basar en ocasionales pláticas grupales o en una “charla motivacional” previa a la competición importante. El comportamiento de cada deportista –y del equipo- obedece a mecanismos dinámicos que operan de manera continua. Si se quiere incidir favorablemente en el desempeño del equipo se deberá de implementar un plan de trabajo tipo acompañamiento permanente. Sólo el psicólogo que haga presencia en cada entrenamiento y competencia será considerado verdaderamente como un miembro más del equipo. Y con ello habrá logrado un paso importante para que los deportistas le brinden la confianza que necesita para realizar su labor.

¿Te gustaría contar con la preparación psicológica para tus atletas? Solicita informes en info@depsic.com 

José Manuel Sánchez Durón es Psicólogo formado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, UDG y Comité Olímpico Mexicano. Es director de la consultora Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC., capacitador y conferencista, con intereses en áreas de Psicología, Emprendimiento, Deporte, Alto Rendimiento Humano y Artes.

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¿A qué ritmo arrancas el 2019?

¿A QUÉ RITMO ARRANCAS EL 2019?
J. M. Sánchez
Depsic Psicología y Alto Rendimiento



Una de mis mayores aficiones -además de la Psicología- es la música. Sin duda mi padre ejerció una gran influencia en ello pues comencé a entrenarme con su propia guitarra desde muy joven. La música representa para mí una oportunidad inigualable para vivir y compartir alegría, amor, desilusiones, etc. Cuando se trata de escribir o cantar una canción, las emociones son la materia prima perfecta…

Uno de los elementos inherentes a la música es el ritmo. Básicamente, podemos decir que el ritmo es el manejo del tiempo que hace cada tema musical. Las notas de la melodía duran cierto lapso de tiempo, a veces más y a veces menos, y por supuesto se repiten a lo largo de la composición. Por esta razón, el músico debe de hacer un manejo preciso de las notas a reproducir así como de los tiempos (ritmo) que cada una requiere.

Sobra decir que cada ritmo impacta de manera diferente en la persona que los escucha. Definitivamente no reaccionamos igual cuando escuchamos una batucada que cuando se trata de un vals. Los ritmos acelerados provocan un efecto similar en nuestra frecuencia cardíaca y respiratoria, nos incitan a movernos. En cambio, los ritmos lentos y aletargados nos invitan a la calma. Dime qué ritmos escuchas y te diré cómo te encuentras…

El tema del ritmo me resulta apasionante, no solo en cuestiones musicales, sino sobretodo porque el ritmo es algo que rige prácticamente toda nuestra vida. Aquí algunos ejemplos. En términos generales, ingerimos alimento y dormimos cada cierto número de horas, y este ritmo tiende a repetirse por años. Y si ese ritmo se altera por un lapso de tiempo prolongado (por ejemplo pasar más horas de las acostumbradas sin dormir o sin comer) experimentamos afectaciones en nuestra salud física y emocional.       



Veamos otro ejemplo. Cuando usted camina, regularmente lo hace a un mismo ritmo (a menos que lleve prisa). Y lo mismo pasa prácticamente con cualquier actividad que usted realice en el día, como platicar, trabajar, escribir, lavarse los dientes, beber un café, leer o tener sexo. Usted realiza cada una de estas tareas a su propio ritmo si no existe alguna circunstancia externa que lo obligue a alterarlo. Y es precisamente este ritmo personal de vivir lo que hace que los demás nos califiquen como personas hiperactivas, inquietas, intensas o lentas, pasivas, tranquilas. 


Hace varios años, el psicólogo francés Henry Wallon, se interesó por el estudio de las relaciones entre el tono muscular (el grado de contracción de las fibras musculares) y el desarrollo del carácter. Propuso que la manera en la que generamos, conservamos y consumimos el tono muscular determina –al menos en buena medida- la calidad de nuestra vida afectiva. Así pues, no posee el mismo carácter, ni reacciona emocionalmente de la misma manera, una persona acostumbrada a mantener una tensión muscular elevada que aquélla que aprende a mantenerse relajada la mayor parte del tiempo. 

Derivado de este teoría, una de las discípulas de Wallon, de nombre Mira Stambak, publicó un estudio (Tono y psicomotricidad) en el que evaluó el nivel de tonicidad muscular de una muestra de niñas y niños, clasificándolos como hipotónicos (aquéllos con un bajo nivel de tonicidad) e hipertónicos (aquéllos con un elevado nivel de tonicidad). Luego correlacionó esta clasificación con observaciones sobre el comportamiento de los chicos. Descubrió que los chicos hipotónicos eran más tranquilos que los hipertónicos, los cuales tendían a mantenerse activos. 

Este tipo de estudios son evidencia de que algunas condiciones biológicas determinan en buena medida el ritmo al que vivimos. Por supuesto solo me he referido a la condición biológica del tono muscular pero igualmente podríamos mencionar otras condiciones, tales como las ondas cerebrales o el nivel de maduración neuronal. El punto es que el estado y características de nuestro cuerpo (a nivel muscular y neural) constituyen el primer factor que imprime el ritmo con el que tendemos a reaccionar ante la vida, ya sea un ritmo acelerado o pausado. 


El segundo factor, y no menos importante que el primero, es el entorno. Cuando digo “entorno” me refiero a las circunstancias que nos rodean –y que debemos de enfrentar- en el curso de nuestra vida. Cada uno de nosotros se desarrolla en un entorno diferente, situaciones que van desde la comodidad hasta la necesidad, desde la sobreprotección al desamparo, desde la paz hasta la guerra. Independientemente de las características tónicas o neurales de cada individuo, éste nace y se desarrolla en entornos que le exigen en mayor o menor medida, y a los cuales debe adaptarse para sobrevivir. Y literalmente se adapta. Afortunadamente, nuestro porvenir no solo depende del estado de nuestros músculos y conexiones neurales al nacer, sino de nuestra capacidad para modificarlos, que es lo que permite la adaptación oportuna a las exigencias de nuestro entorno. 

Nuestra capacidad de adaptación es algo sublime y refleja nuestra capacidad de modificarnos. Dicha capacidad nos otorga un poder nada despreciable. Por ejemplo, aunque tengamos una tendencia natural a actuar bajo cierto ritmo, también podemos hacer algo para regularlo. La “regulación” es un concepto clave. Regular significa tomar el control voluntario de nuestras tendencias de actuar, para acelerar o frenar a voluntad la velocidad con la que reaccionamos a nuestro entorno. Así pues, no somos víctimas pasivas de un entorno y que solo reaccionamos automáticamente a las circunstancias. También podemos desarrollar la capacidad de decidir los momentos precisos para actuar y aquéllos para mantener la calma. 

Todo lo que he dicho hasta aquí me sirve como antecedente para “aterrizar” en la cuestión que me interesa compartirle amigo(a) lector(a). En este momento, arrancando este nuevo año, usted se encuentra en un momento de su vida que no va a volver a repetirse. Usted pasa por una etapa en la que ha vivido momentos buenos y malos, afortunados y desafortunados. En este momento por el que usted pasa, ¿necesita mantener el ritmo de acción que ha venido demostrando hasta la fecha? o por el contrario ¿necesita modificarlo, tal vez acelerarlo o tal vez frenarlo? 

En un escenario ideal, cada uno de nosotros mantendría un ritmo de actividades acorde a las exigencias de su etapa de vida actual. Digamos que habría un equilibrio más o menos estable. Pero ocurren problemas cuando se rompen los equilibrios. En mi experiencia como asesor empresarial sé que el mundo laboral somete a las personas a un ritmo de trabajo que en muchas ocasiones rebasa la capacidad de respuesta del individuo. Hay personas que literalmente viven para trabajar sin descanso y ese ritmo de vida les cobra una cara factura. Vivir atendiendo a mil pendientes al día genera un desgaste que se traducirá tarde o temprano en problemas cardíacos e insatisfacción personal. 

La otra cara de la moneda son las personas que están dejando pasar un tiempo valioso en sus vidas. Como cuando nuestras actividades cotidianas no consumen todo nuestro potencial y de alguna manera conservamos una reserva de recursos desperdiciados. En ese caso se encuentran las personas que se conforman con su situación actual. No creo que sea despreciable sentirnos conformes con lo que hemos logrado, solo digo que si aceleramos un poco el ritmo podemos conseguir nuevos frutos que tampoco nos vendrán nada mal para nuestro futuro. 

¿Cómo sabemos si necesitamos mantener, acelerar o frenar el ritmo con el que vivimos? Obviamente esta es una pregunta compleja que amerita ser respondida con cautela y responsabilidad. En mi opinión, podemos apoyarnos en algunos criterios básicos como los siguientes:

a) Evalúe si el ritmo de vida que usted lleva le es suficiente para hacer frente de manera favorable a las exigencias de sus circunstancias de vida. Si todo lo que usted hace actualmente le basta para satisfacer sus necesidades (y en su caso también las de la gente que depende de usted) entonces usted se encuentra en equilibrio.

b) Si usted considera que lo que usted hace no le es suficiente para obtener lo que necesita o si siente que es capaz de hacer más de lo que actualmente hace, entonces necesita acelerar el ritmo. Necesita organizar su tiempo para incorporar nuevas actividades o para multiplicar las que ya realiza.  

c) Si usted viene experimentando un desgaste acumulado que ha repercutido en la calidad de sus relaciones sociales y familiares, y que incluso ha repercutido en sus hábitos de descanso, entonces necesita disminuir el ritmo de sus actividades. 

Tome en cuenta que los tres criterios que aquí le comparto son solo una pauta para reflexionar al respecto. Un análisis más detallado amerita conocer muchos detalles de su etapa de vida y de su historia personal. Si usted lo desea yo puedo auxiliarle al respecto. Por lo pronto, vamos a cerrar este artículo. He querido hacerle ver la importancia de reflexionar sobre el ritmo en el que usted vive. Usted ha aprendido a vivir a un cierto ritmo y eso es normal. Pero también es necesario evaluar si usted vive al ritmo que más le conviene en esta etapa de su vida. La vida es como la música, y aprender a vivir implica desarrollar la sensibilidad para detectar los momentos para mantener, acelerar o disminuir el ritmo…

¿Te gustaría recibir una asesoría personal sobre este tema? Escribe a info@depsic.com 




José Manuel Sánchez Durón es Psicólogo formado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, UDG y Comité Olímpico Mexicano. Es director de la consultora Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC., capacitador y conferencista, con intereses en áreas de Psicología, Emprendimiento, Deporte, Alto Rendimiento Humano y Artes.

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Conócete a ti mismo y resistirás la adversidad

Conócete a ti mismo y resistirás la adversidad
Psic. José Manuel Sánchez Durón 
Depsic Psicología y Alto Rendimiento S.C.

En los más de 15 años que tengo desempeñándome como psicólogo deportivo, he podido constatar que hay ciertos aspectos que resultan fundamentales para el éxito deportivo ya sea de deportistas infantiles o de alto rendimiento. Uno de estos aspectos lo es sin duda la capacidad que el deportista desarrolle para hacer frente a la adversidad. Algunos autores utilizan el término de “resiliencia” para referirse a dicha capacidad. Por ejemplo,  Paulus  y su equipo de colaboradores  definieron la resiliencia como la habilidad de adaptarnos positivamente al estrés, trauma y la adversidad, situaciones que todos sabemos que ocurren en el deporte.

         Ahora bien, lo que no todos sabemos es cómo explicar el hecho de que algunas personas muestran una gran capacidad de afrontamiento a la adversidad mientras que algunas otras se derrotan con relativa facilidad. ¿Qué es lo que determina que una persona no se rinda?, ¿podemos desarrollar la resiliencia en deportistas derrotistas?  

          A lo largo de la historia del deporte se han formulado diferentes respuestas a las preguntas anteriores, respuestas que van desde el sentido común hasta las que se apoyan en evidencia científica. Así, hay quienes afirman que basta con que un deportista “se proponga” conseguir sus objetivos a costa de lo que sea, como si el solo hecho de proponérselo bastara para ser capaces de hacerle frente a cuanto obstáculo surgiera en el camino. Si bien es cierto que muchos deportistas exitosos se han propuesto conseguir sus metas y lo han logrado, también es cierto que muchos más también se lo han propuesto y no han tenido la misma fortuna. Al menos en materia de logros deportivos a largo plazo, es obvio que el poder de nuestros deseos es más bien limitado si no se cumplen también otras condiciones.

Otra posible explicación de la resiliencia en el deporte está basada en el mecanismo de la imitación. Desde este punto de vista, un deportista puede ser resistente a la adversidad a partir de que lo ha aprendido de otras personas, mismas que pueden ser otros deportistas o personas significativas como sus padres, abuelos, etc. La explicación a partir del mecanismo de imitación parece más sensata que la que acabo de mencionar (la de solo “proponérselo”) desde que existe considerable evidencia de que los humanos somos seres que efectivamente aprendemos mucho de nuestro comportamiento mediante la imitación de otros. Sólo por mencionar un ejemplo, el psicólogo Albert Bandura comprobó hace décadas que niños a los cuales se les habían mostrado videos de una persona agrediendo a un muñeco inflable repetían ese mismo comportamiento cuando tenían la oportunidad de jugar con dicho muñeco. Ese comportamiento agresivo no lo mostraban otros niños que no habían visto los videos. 

Los avances neurológicos de nuestro tiempo nos permiten también explorar nuevas explicaciones a mecanismos psicológicos tan complejos  como el de la resiliencia. Por ejemplo, los autores que mencioné más arriba publicaron un interesante artículo titulado “When the brain does not adequately  feel the body: links between low resilience and interoception” (“Cuando el cerebro no siente el cuerpo adecuadamente: relaciones entre baja resiliencia e interocepción”). En dicho artículo, los autores proponen que las personas con baja resiliencia poseen una menor sensibilidad interoceptiva, esto es, una menor capacidad de reconocer las sensaciones de su propio cuerpo, en comparación a personas de media o alta resiliencia. Al poseer menor capacidad de reconocer las propias sensaciones corporales, estas personas tendrían dificultad para predecir cómo se encontrarán físicamente si se exponen a  situaciones estresantes durante cierto tiempo, y eso les obligaría a activar un mayor número de áreas cerebrales que aquéllas personas que –al poseer suficiente información sensorial del estado de su cuerpo- son más capaces de predecir acertadamente cómo va a reaccionar su cuerpo si continúan en el esfuerzo de seguir adelante. 

La hipótesis de estos autores me resulta sumamente gratificante. En mi opinión, una de las cosas que más exige el deporte es que el deportista conozca a plenitud las sensaciones que le brinda su propio cuerpo. Si un gimnasta no siente la fuerza de sus piernas no tendrá la confianza de intentar un salto mortal, y si un tenista no sabe donde se encuentra su mano que empuña la raqueta no podrá dar el golpe exacto a la pelota tan pronto ésta se coloque en la posición ideal. En otras palabras, no es posible ningún movimiento corporal preciso si no es antecedido por la sensación adecuada. Para cualquier gesto deportivo, sensación y movimiento son los dos componentes indisociables que lo articulan. Por lo tanto, si la sensación no es la adecuada o resulta insuficiente, la capacidad de respuesta del atleta será menor pues no podrá confiar en sí mismo bajo la presión de situaciones amenazantes. 

         Por lo tanto, entrenadores y profesionales de las ciencias del deporte, tenemos  el reto de ayudar al deportista a que reconozca su sensibilidad interna, su interocepción, el abanico de sensaciones que le brinda en todo momento su propio cuerpo. Sólo quien se conoce internamente podrá tener la suficiente entereza para poder conquistar los retos de su mundo exterior…
  


¿Te gustaría conocer los servicios de psicología deportiva que tenemos para ti? Escribe a info@depsic.com ¡y nos comunicaremos contigo!    
 


José Manuel Sánchez Durón es Psicólogo formado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, UDG y Comité Olímpico Mexicano. Es director de la consultora Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC., capacitador y conferencista, con intereses en áreas de Psicología, Emprendimiento, Deporte, Alto Rendimiento Humano y Artes.

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Reto liguilla: fortalecer el clima emocional del equipo

RETO LIGUILLA: FORTALECER EL CLIMA EMOCIONAL DEL EQUIPO
Psic. José M. Sánchez


Las emociones juegan un papel fundamental en la vida de cualquier ser humano. Las personas reaccionamos a las diferentes situaciones bajo un diferente estado emocional que puede ir de la felicidad al enojo o la tristeza, dependiendo de si nos sentimos protegidos o amenazados, capaces o incapaces, acompañados o en equipo. Cualquiera que sea el caso, son nuestras emociones las que nos impulsan a reaccionar de manera amistosa, agresiva, tímida o con determinación. Son esas emociones las que llevan a un hombre a abandonar su tierra para conseguir la comida para su familia que ama, las mismas emociones que hacen que una madre pueda soportar hambre y frío por el bienestar de sus hijos. Amor, odio, felicidad, esperanza, miedo, valentía. Las mismas emociones que determinan el resultado de un partido de fútbol…    

Cuanto más próximo se encuentra un partido decisivo, digamos de liguilla, el factor emocional se vuelve determinante. Mientras que a pocas horas de un partido importante no es posible conseguir una mejora aeróbica, ni adquirir un  nuevo gesto técnico, ni aprender alguna nueva estrategia en el parado del equipo, en cambio sí es posible impulsar el CLIMA EMOCIONAL del equipo. El clima emocional es un sentimiento que se comparte en el interior del equipo, como cuando se percibe seguridad o inseguridad, confianza o desconfianza, compañerismo o apatía. Todo esto resulta fundamental cuando se comprende que el clima emocional de un equipo va a tener un impacto fundamental en el partido que se va a jugar. Si en el interior del equipo se percibe un clima de inseguridad, desconfianza o poca motivación el resultado será catastrófico. En cambio, un clima emocional positivo, de ímpetu y vigor incrementa considerablemente las posibilidades de triunfo.      

¿A quién le corresponde GENERAR el clima emocional en el interior del equipo? Todos los jugadores tienen su parte de responsabilidad para ello. Cada uno pone su “granito de arena” al adoptar una actitud de compromiso, responsabilidad y confianza en los compañeros. Y quien no lo haga no estará en sintonía con el resto. Sin embargo, no todos los jugadores poseen la capacidad de regular sus propios estados emocionales y menos aún de generar estados emocionales positivos en los demás. Esto es normal hasta cierto punto, ya que la capacidad de “autogenerar” (generarse a uno mismo) estados emocionales positivos requiere de una madurez que no todos alcanzan, al menos durante su vida como jugadores en activo. De ahí que resulte determinante la fortaleza emocional del cuerpo técnico y su capacidad de transmitirla al equipo. Entrenador, auxiliares, PF, médico, rehabilitadores, psicólogos, nutriólogos, etc., todos podemos –Y DEBEMOS- promover el clima emocional que el equipo necesita. ¿Cómo podemos hacerlo?

Son muchas las estrategias de las que podemos echar mano. Aquí mencionaré solo dos ejemplos. Imanol Ibarrondo fue el personaje encargado de promover los estados emocionales de la Selección Mexicana en el proceso de Juan Carlos Osorio. De origen español, Ibarrondo propone hacerle ver al jugador su potencial interior, su semilla, la cual es capaz de salir a flote para lograr el éxito. Otra estrategia es la de Joaquín Valdés, psicólogo llevado por Luis Enrique al Barcelona FC (y ahora a la selección española). En palabras de Luis Enrique, Valdés brinda su apoyo ayudando al entrenador en la gestión de sus propias emociones para a su vez tener un mejor impacto en el equipo. 

En mi opinión, este es un buen momento para que el cuerpo técnico reflexione sobre las siguientes preguntas: ¿Cree usted en la capacidad de sus jugadores?, ¿se los hace saber?, ¿les ha ayudado a que conozcan cabalmente sus cualidades futbolísticas?, ¿es capaz de sacarlos de su zona de confort?, ¿les ayuda a que amplíen su perspectiva de la vida para que se den cuenta de que su carrera puede terminar en cualquier momento?, ¿usted sabe como quitarles de encima sus problemas extra cancha?, ¿hace usted algo para promover el compañerismo y apoyo entre ellos?, ¿conoce sus miedos y les ayuda a superarlos? 

Aquí algunas recomendaciones sencillas para que el cuerpo técnico promueva el clima emocional positivo en el grupo:

1.- Convénzase a usted mismo de que USTED es excelente en lo que hace, ya sea como entrenador, auxiliar, PF, médico, etc. La seguridad que usted posea en usted mismo se transmite a los demás.

2.- Transmita confianza a sus jugadores, demuestre que usted cree en ellos. 

3.- Sea muy breve y claro cuando quiera corregir algún aspecto del desempeño de sus jugadores. Y no olvide recordarles los aciertos que han tenido durante el torneo.

4.- Entienda que ningún jugador ve el fútbol como usted lo ve.

5.- Ayude al jugador a descubrir sus propias fortalezas de carácter.

6.- Si usted tiene algún problema personal o familiar no lo lleve al equipo, y pida a los jugadores que tampoco lo hagan.

7.- No demuestre duda por medio de su lenguaje corporal el día del partido importante. Muéstrese firme y convencido.

8.- Sólo utilice comentarios positivos en el vestidor.

9.- Busque los motivos que mueven a cada jugador (a nivel personal o familiar) en lugar de querer imponerle los suyos propios.

10.- Sea congruente con usted mismo y con los ideales que usted tenía cuando comenzó su carrera en el fútbol. Predique con el ejemplo. 


"Cuando el rendirnos no es una opción, nuestras emociones deben de ser nuestras mejores aliadas. Controlar las emociones significa saber mantener la cabeza fría en la adversidad pero también saber encenderse cuando se requiere una entrega total. Quien controla su mundo interior también logrará controlar el mundo en el que vive…"  


José Manuel Sánchez es Psicólogo formado en la Universidad Autónoma de Aguascalientes, UDG y Comité Olímpico Mexicano. Es director de la consultora Depsic Psicología y Alto Rendimiento SC., capacitador y conferencista, con intereses en áreas de Psicología, Emprendimiento, Deporte, Alto Rendimiento Humano y Artes.

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